Page 447 - El nuevo zar
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tan  tarde  en  su  mandato,  parecía  una  acción  política  desesperada.  La
               conferencia se realizó en Skólkovo, el centro tecnológico aún en desarrollo
               que, según esperaba él, se convertiría un día en el nuevo Silicon Valley. Si
               bien profesó lealtad a Putin y elogió el compromiso que tenían ambos con los

               intereses  del  país,  dijo  que  no  pensaba  que  las  relaciones  con  la  OTAN
               «fueran tan malas», a pesar de la guerra en Libia, y declaró que Ucrania tenía

               todo el derecho a buscar su integración con Europa, algo que Putin había visto
               como  una  amenaza  catastrófica.  En  respuesta  a  una  pregunta  sobre  el
               reemplazo de los gobernadores regionales, pareció aludir a la perpetuidad del
               poder  de  Putin,  diciendo  que  los  líderes  no  debían  aferrarse  al  cargo

               demasiado tiempo, sino más bien dejar espacio a la nueva generación, como
               estaba sucediendo en Túnez y Egipto. «Creo que esto es importante porque

               nadie puede permanecer en el poder para siempre —dijo—. Las personas que
               abrigan  esas  ilusiones  en  general  terminan  mal,  y  el  mundo  nos  ha  dado
               varios ejemplos de eso en los últimos tiempos.»


                    No  obstante,  mientras  la  guerra  en  Libia  se  alargaba,  la  gestión  de  la
               presidencia por parte de Medvédev se convirtió en blanco abierto a las críticas
               de los medios, instruidos sin duda por las propias jugadas de Putin. En mayo,
               Putin  anunció  la  creación  de  una  nueva  organización,  el  Frente  Popular  de

               Rusia,  cuyo  objetivo  era  ampliar  la  coalición  política  en  el  corazón  de  su
               poder  y  distanciarlo  del  «partido  de  los  estafadores  y  los  ladrones».  En

               cuestión de días, cientos de organizaciones, sindicatos, asociaciones y fábricas
               se apresuraron a afiliarse. El único objetivo del proyecto era hacer de Putin,
               que  no  era  el  presidente  en  funciones  del  país,  el  «líder  nacional»  que  los
               uniría  a  todos.  Medvédev  siguió  presionando  con  nuevas  propuestas  para

               reformar la economía, que liberaban el capital y la innovación, pero estaba
               perdiendo  terreno.  Se  reunió  en  privado  con  veintisiete  de  los  empresarios

               líderes  del  país  —los  oligarcas  que,  como  todos  los  demás,  esperaban  la
               resolución  de  las  «primarias»  presidenciales  con  creciente  alarma—.
               Medvédev les imploró que respaldaran sus propuestas y, por consiguiente, su

               candidatura,  o  aceptaran  el  estancado  statu quo.  Algunos  de  los  asistentes
               interpretaron  las  declaraciones  de  Medvédev  como  un  ultimátum  para  que
               eligieran, pero su mensaje fue tan confuso que los participantes no estaban

               seguros de su deseo de —ni de su capacidad para— luchar para conservar el
               poder.  Según  dijo  uno  de  los  asistentes,  más  tarde  se  burlaron  de  sus
               peticiones: «¿Ya se han decidido?».[6]
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