Page 457 - El nuevo zar
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el objetivo no era ganar; era desenmascarar las elecciones en Rusia como lo
               que eran: un pueblo de Potemkin.

                    Putin se mantuvo desafiante, hasta el punto de que parecía indiferente al
               peligroso descontento que yacía bajo la quimera de progreso y prosperidad de

               Rusia.  «Es  muy  pronto  para  organizar  mi  funeral»,  dijo  en  la  reunión  de
               Valdai apenas una semana antes de la votación, haciendo caso omiso incluso
               de las preguntas más serviles o solícitas de los asistentes.[15] El destino de

               Rusia  Unida  era  otra  cuestión.  Su  popularidad  se  había  desplomado  y  las
               encuestas sugerían que perdería su mayoría constitucional; incluso podía no
               ganar siquiera una mayoría. Todos los burócratas y boyardos que dependían

               del  sistema  de  Putin  se  obsesionaron  cada  vez  más  con  el  fantasma  de  la
               Revolución Naranja y, ahora, también la Primavera Árabe, que había depuesto
               caudillo  tras  caudillo  como  si  se  tratara  de  piezas  de  dominó.  De  pronto,

               parecía haber ejércitos de subversión en todos lados. Mubarak estaba en la
               cárcel, Gadafi estaba muerto y Al Asad se encontraba bajo el asedio de una

               rebelión armada que había fracturado a Siria a lo largo de sangrientas grietas.
               Putin no iba a ser el próximo.

                    La inquietud del Kremlin se manifestó en toscos esfuerzos por asegurar un
               alto número de votantes y de votos para Rusia Unida. Incluso antes del día de

               las elecciones, una organización de derecho al voto llamada Golos —palabra
               que significa «voz», además de «voto»— registró miles de violaciones de las
               leyes  electorales  del  país.  Financiada  por  organizaciones  extranjeras  que

               apoyaban la democracia, Golos situó esas violaciones en un mapa en internet
               que  pronto  se  viralizó,  recogido  incluso  por  páginas  web  y  periódicos

               relativamente leales. Putin les dijo a los siderúrgicos en San Petersburgo que
               los  observadores  electorales  eran  agentes  de  las  potencias  extranjeras  que
               intentaban desestabilizar el país. Incluso comparó a Golos con Judas. El grupo
               enseguida recibió una multa por violación de la ley electoral en razón de la

               publicación  de  su  mapa;  su  director  fue  detenido  durante  horas  en  un
               aeropuerto de Moscú la noche anterior a las elecciones, y fue liberado solo

               después  de  entregar  su  portátil.  El  sitio  web  de  la  organización  sufrió  un
               ataque informático que lo dejó inactivo justo cuando comenzaba la votación.
               Lo mismo les sucedió a otros sitios, incluida la popular e influyente emisora
               de  radio  Ejo  Moskvi,  que  permaneció  fuera  de  línea,  seguramente  no  por

               casualidad, hasta que cerraron los comicios.[16] El Kremlin, que alguna vez
               había  actuado  como  si  internet  fuera  una  diversión  inofensiva  de  la  élite
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