Page 478 - El nuevo zar
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aun en casos que tenían poca conexión con la aglomeración de ese día,
incluido uno en 2013 contra dos activistas de derechos humanos en Orel, a
cientos de kilómetros de Moscú.[15]
Cuando líderes de la oposición organizaron un nuevo mitin para el 12 de
junio, el festivo que conmemora la declaración de independencia de Rusia
respecto de la Unión Soviética en 1990, equipos de investigadores de la
policía se dispersaron por Moscú y registraron los apartamentos de los líderes
más destacados de la oposición, incluidos Alekséi Navalni, Boris Nemtsov,
Iliá Yasin y Ksenia Sobchak, la estrella de televisión, socialista, hija del
mentor político de Putin, un hombre antes proclamado símbolo de la
democracia novata de Rusia. Su rol en las protestas —que era visto con
escepticismo por algunos debido a su celebridad, su fortuna y sus conexiones
familiares con el hombre en la cúpula— ponía de relieve la profunda
oposición con la que Putin se había enfrentado en algunos círculos al retornar
al Kremlin. «Nunca pensé que diría esto —dijo una nerviosa Ksenia Sobchak
a una cadena de televisión tras el registro de su piso—, pero qué bien que mi
padre no haya estado aquí para ver esto.»[16]
Todos los líderes de la protesta fueron convocados para una indagación al
día siguiente, a pesar de ser festivo, para evitar que asistieran al mitin.
Navalni alentó la protesta virtualmente al publicar mensajes sarcásticos en
Twitter, incluso mientras esperaba ser interrogado. Más de cincuenta mil
personas se presentaron, envalentonadas por los registros y los arrestos, y los
oradores prometieron sostener el ímpetu. Sin embargo, la presión no hizo más
que intensificarse y el asedio a las figuras más prominentes del movimiento
—en especial, una celebridad como Sobchak— envió el mensaje de que ni
siquiera la conexión personal con Putin brindaría protección a quienes se le
opusieran.
Fue como si una señal se hubiera filtrado a través de las filas de la
burocracia. La policía, los fiscales y los nuevos diputados de la Duma y el
Consejo de la Federación, todos, ahora tenían licencia para contener por
cualquier medio el contagio que desafiaba a Putin. En un plazo de semanas
desde su investidura, la Duma sancionó raudamente una ley que aumentaba
las multas por asistir a protestas no autorizadas de 5.000 a 300.000 rublos,
cerca de 10.000 dólares, que en ese momento multiplicaba muchas veces el
sueldo mensual promedio. La ciudad de Moscú prohibió el despliegue de
cintas blancas en los coches. La Duma sancionó una ley que facultaba a las