Page 479 - El nuevo zar
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autoridades a cerrar páginas web, presumiblemente por publicar información
               no adecuada para niños, y otra ley que prohibía la difusión de «propaganda
               homosexual».  En  julio,  una  nueva  ley  requería  a  las  organizaciones  que
               recibían  fondos  extranjeros  registrarse  como  «agentes  extranjeros»  —unas

               palabras que evocaban inolvidablemente las persecuciones de la era soviética
               — y otra ley permitía una condena máxima de prisión de veinte años para

               cualquiera «que prestara asistencia consultiva a una organización extranjera»
               que  se  considerara  actuaba  contra  el  Estado.  Cuestionado  por  su  propia
               comisión de derechos humanos respecto de la severidad y amplio alcance de
               la legislación, Putin dijo que la revisaría personalmente. Luego la promulgó

               con su firma ese mismo día. Su blanco no eran solo los grupos abiertamente
               políticos, como Golos, sino también otros, como Observatorio Ambiental del

               Cáucaso  Norte,  que  intentaba  controlar  el  daño  ambiental  causado  por  las
               construcciones afectadas por los Juegos Olímpicos en Sochi. En octubre, la
               Duma amplió tanto la definición de «traición» que alguien que transmitiera

               contra su voluntad «secretos de Estado» a un país extranjero u organización
               internacional, incluso información que se encontrara públicamente disponible,
               podía ser acusado de traidor.

                    Ya no existía siquiera la ilusión cuidadosamente coreografiada de debate,

               en la medida en que la Duma y el Consejo de la Federación escupían nuevas
               leyes una tras otra. La difamación oral, que Medvédev había despenalizado,

               volvió a ser delito, y aumentó la pena para esta y para la difamación escrita,
               en  especial  cuando  fuese  contra  funcionarios  del  Gobierno.  También  se
               penalizó  la  blasfemia  y  la  «ofensa  a  sentimientos  religiosos»,  lo  que  fue
               motivado por las mujeres de Pussy Riot. Quienes disintieran se enfrentaban al

               castigo.  Un  diputado  de  la  Duma  que  se  había  atrevido  a  unirse  a  los
               disidentes perdió su inmunidad y mandato. Pese a su relación con Putin, la

               madre de Ksenia Sobchak, Liudmila Nárusova, fue expulsada del escaño que
               había mantenido en el Consejo de la Federación durante una década.

                    La profusión legislativa mezclaba medidas severas propias de la represión

               autoritaria  con  apelaciones  patrióticas  y  religiosas.  El  resultado  era  una
               infusión  potente,  una  guerra  cultural  nacida  en  el  corazón  de  la  nueva
               presidencia  de  Putin.  El  juicio  de  Pussy  Riot  fue  la  primera  gran  batalla.
               Comenzó  el  30  de  julio,  el  día  en  que  Putin  promulgó  con  su  firma  la

               legislación  sobre  difamación  y  las  restricciones  a  internet.  En  sus
               declaraciones de apertura, pronunciadas dentro de un cerramiento de cristal
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