Page 75 - El nuevo zar
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incauto presidente de la institución, Carl M. Kuttler hijo.
Kuttler había conocido al consejero universitario de Putin, Valeri Musin,
cuando visitó Florida y propuso establecer lazos entre las dos ciudades y las
dos universidades. Cuando llegaron Kuttler y su delegación, Putin los recibió
en el aeropuerto, y pasó los siguientes diez días encargándose de toda la
organización de sus reuniones, comidas y conciertos de sinfónica y ballet. Lo
hizo con una puntualidad y una eficiencia que sorprendió a Kuttler, dadas las
condiciones económicas deterioradas de la ciudad, incluida una crítica
escasez de combustible que originaba largas y frustrantes colas. Una vez en
que Kuttler salió de excursión fuera de la ciudad, la limusina del Gobierno
estuvo a punto de quedarse sin combustible, pero Putin intervino y la dirigió a
una planta de residuos de la ciudad, donde pudieron recargar el depósito.
Sus dos carreras comenzaron a cruzarse. Los presentó, a Kuttler y a
Sobchak, en un banquete la última noche, y Sobchak le pidió un favor a
Kuttler. «Carl, ¿harías algo por mí? —comenzó—. No disponemos de mucho
dinero para viajes.» Sobchak tenía en vista viajes internacionales y quería
regresar una vez más a Estados Unidos. «¿Podrías pagarlo?»[27]
Kuttler reunió el dinero y Sobchak lo visitó un mes después. En
Washington, se reunió con el presidente George H. W. Bush y líderes
congresistas mayores. Procter & Gamble financió el viaje de un día a
Cleveland para la delegación de Sobchak. Y en Florida se quedó en casa de
Kuttler, frente a la bahía, donde se maravilló de las restricciones ambientales
que le prohibían talar un solo árbol sin permiso de las autoridades
municipales.[28] Putin atribuyó al viaje a Estados Unidos la decisión de
Sobchak de promoverlo a personal permanente en 1991. También recordaba
el comportamiento de Kuttler en el banquete. Cuando llegó el momento del
brindis, Kuttler pidió a los sorprendidos huéspedes que se tomaran de la mano
y dijo una plegaria. «Rezaste por nuestra universidad», Putin le recordó
cuando volvieron a encontrarse una década más tarde. «Rezaste por nuestra
ciudad. Rezaste por nuestro país. Y rezaste por mí.» Kuttler sospechó que el
joven asistente de la universidad no había oído nunca una plegaria en su
nombre. Nunca imaginó que su anfitrión era un oficial del KGB.[29]
El futuro del teniente coronel Putin ahora estaba cada vez más sujeto a un