Page 73 - El nuevo zar
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poder municipal. Los nuevos legisladores eran serios, pero también inexpertos
               y desorganizados, y carecían de un líder. Uno de los bloques pidió a Sobchak
               que  se  postulara  para  uno  de  los  veinticinco  escaños  vacantes,  y  luego,
               suponiendo  que  ganara,  que  compitiera  por  el  puesto  de  presidente  del

               concejo. La preeminencia de Sobchak en el Congreso de los Diputados del
               Pueblo en Moscú generó expectativas de que sería un líder integrador para la

               ciudad. Ganó su elección y en mayo se convirtió en el presidente del concejo;
               en efecto, el principal funcionario electo de la ciudad. Sobchak «personificaba
               la transición  hacia  una  nueva  forma  de  gobierno»,  escribió  un  historiador,
               donde  la  esperanza  triunfaba  sobre  la  razón.[24]  Era  un  académico  del

               derecho,  no  un  administrador,  y,  por  más  carisma  que  tuviera,  carecía  de
               experiencia  gobernando  una  ciudad  de  cinco  millones  de  personas,

               especialmente  en  un  momento  de  revuelta  política  con  una  burocracia
               recalcitrante aún controlada por los comunistas. Sobchak necesitaba aliados y
               experiencia,  y  acudió  a  la  institución  en  la  que  pensó  podía  encontrar

               asistentes  competentes,  capaces  de  navegar  por  lo  que  estaba  siendo  una
               transición  política  traicionera.  Acudió  a  la  institución  que  había  execrado
               desde el estrado del Congreso de los Diputados del Pueblo. Acudió al KGB.

                    Poco después de asumir su nueva posición, Sobchak llamó por teléfono a

               Oleg Kaluguin, el anterior jefe de espías cuya carrera cayó en conflicto con el
               entramado del KGB después de su servicio en inteligencia exterior, lo cual lo

               dejó  en  un  «exilio  interior»  en  Leningrado.  Desde  entonces,  Kaluguin  se
               había unido a las filas de los reformistas democráticos y se había convertido
               en uno de los críticos más prominentes de su antigua agencia. Ahora, Sobchak
               tenía un favor que pedirle. ¿Podía recomendar a alguien de dentro del KGB

               en quien pudiera confiar como asesor? Recelaba de la burocracia. Necesitaba
               un vínculo con las fuerzas de seguridad. Kaluguin sugirió a un oficial de alto

               rango, un teniente general en quien confiaba, pero Sobchak descartó la idea.
               Preocupado  de  que  una  alianza  abierta  con  el  KGB  pudiera  mancillar  sus
               credenciales  de  demócrata,  quería  alguien  con  un  perfil  más  bajo.  Pasaron

               unos días y Sobchak llamó otra vez. Preguntó a Kaluguin si sabía algo acerca
               de un joven oficial llamado Vladímir Vladímirovich Putin.[25]

                    Algunos darían por sentado que el KGB tuvo algo que ver en que el joven
               oficial  se  dirigiera  a  la  oficina  de  Sobchak,  pero,  según  Kaluguin,  fue

               Sobchak quien lo reclutó. Vladímir Putin recordaba a Sobchak de sus clases
               en  la  Facultad  de  Derecho,  pero  no  lo  conocía  bien.  Según  su  versión,  un
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