Page 90 - El nuevo zar
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consolidaría la idea de que él, no el concejo de la ciudad, era la figura central
               de  autoridad  en  la  nueva  San  Petersburgo.  Shadjan  no  estaba  muy
               entusiasmado. Acababa de filmar entrevistas con personas que habían pasado
               años sufriendo en el gulag debido al abuso del poder. Ahora lo enviaban al

               edificio que hasta hacía unas semanas había albergado al Partido Comunista,
               responsable del padecimiento de esas personas. Una sola vez había estado allí

               antes,  dijo,  y  sus  pasillos  le  habían  parecido  esterilizados  y  escalofriantes.
               Ahora  los  halló  desbordantes  de  grupos  de  personas  que  hablaban  no  solo
               ruso, sino también idiomas extranjeros… en la sede misma del poder político.

                    El  hombre  que  lo  recibió  en  la  oficina  de  Putin,  en  el  primer  piso  del

               Smolni,  era  Ígor  Sechin,  cuya  baja  posición  y  maneras  toscas  entraban  en
               contradicción  con  sus  viajes  por  el  mundo  y  su  fluidez  en  portugués.[4]
               Compañero universitario de Putin, Sechin había trabajado en Mozambique y

               luego  en  Angola  en  la  década  de  1980  como  traductor  para  los  consejeros
               militares  soviéticos,  aunque  muchos  sospechaban  que  él  también  trabajaba

               para el KGB o para la inteligencia militar. Se volvió un asistente inseparable
               de Putin, cuya oficina —y pronto la de Sobchak— estaba llena de hombres
               como  Sechin,  veteranos  de  la  Guerra  Fría  que  habían  quedado  a  la  deriva
               cuando  el  imperio  soviético  se  derrumbó  sobre  sí  mismo.  Putin  explicó  a

               Shadjan la idea de Sobchak para el documental y lo halagó por su trabajo en
               Prueba para adultos, pero también intentó establecer condiciones y le pidió

               las preguntas por adelantado. Shadjan se negó. «Hay una sola regla: vosotros
               no debéis conocer las preguntas ni yo las respuestas», le dijo, y Putin cedió.
               [5]  Las  entrevistas  continuaron  durante  varios  días  en  noviembre  de  1991.
               Putin parecía más joven que los treinta y nueve años que tenía; su pelo aún

               era rubio, aunque menos abundanate. Era tan bajo y delgado, tan diminuto,
               que parecía estar fuera de proporción con las grandes salas del comité donde

               filmaba  Shadjan.  No  obstante,  en  su  oficina,  Shadjan  llevó  la  cámara  a  un
               primer  plano  claustrofóbico,  enfocándola  en  sus  profundos  ojos  azules  y
               labios suaves, en las mejillas descoloridas por la barba incipiente. Comenzó

               con preguntas  banales  sobre  su  edad,  su  familia,  su  educación,  incluso  su
               signo  zodiacal  («Libra,  creo  —dijo  Putin—,  pero  no  estoy  seguro»).  Le
               preguntó sobre su perro, su trabajo y las políticas de la nueva Rusia.

                    La pregunta obvia, acerca de su carrera antes del Gobierno, llegó pronto.

               Años  después,  Putin  dijo  haber  amañado  la  entrevista  para  revelar  su
               asociación con una organización aborrecida que se estaba desmantelando en
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