Page 123 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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QUIEN SE TRAGA LAS EMOCIONES, SE AHOGA


                 Ya  lo  dice  un  refrán  español:  quien  mucho  traga,  al  final  se  ahoga.  Durante  estas
              páginas hemos ido descubriendo la importancia que tienen los pensamientos y emociones
              en nuestra salud y conducta. Veamos un ejemplo concreto.
                 Si  alguien  me  dice:  «Vas  horriblemente  vestida»;  yo  puedo  reaccionar  de  diferentes
              formas.


                   — Respondiendo: «Tú sí que eres horrible».
                   —  Tragándome  toda  emoción,  quedándome  resentida,  triste  y  dándole  vueltas:
                      «¿Por qué me habrá dicho esto?; tampoco soy tan horrible… ¿Qué tendrá contra
                      mí?, ¿tendría que haberme vestido de otra manera?».
                   — Bloquear y anular lo sucedido, sin pensarlo, ignorarlo.
                   —  Responder  algo  tipo:  «A  mí  me  gusta,  siempre  he  tenido  gustos  originales  y
                      distintos».


                 Cada respuesta tiene un impacto diferente en el cuerpo, en cada célula y, por supuesto,
              en la mente. En el primer caso —cuando respondo de forma impulsiva, directa e incluso
              un  poco  agresiva—,  quizá  mi  organismo  no  se  altere,  pero  acabo  perdiendo  amigos  y
              rompiendo  o  dificultado  mucho  relaciones  personales.  La  segunda  y  la  tercera  me
              enferman. Estoy silenciando y bloqueando emociones negativas, y eso tiene repercusión
              sobre mi salud física y psicológica. Freud lo explicaba de esta manera: «Las emociones
              reprimidas nunca mueren. Están enterradas vivas y saldrán a la luz de la peor manera».
              La última respuesta es la más sana. No siempre es posible actuar y responder de la mejor
              manera posible. A veces la propia personalidad o las circunstancias nos hacen actuar de
              forma inesperada o inadecuada, y solo somos conscientes de ello tiempo después.
                 Vivimos  en  una  sociedad  que  nos  incita  a  bloquear  y  anular  las  emociones.  Esto  se
              debe  a  que  parece  que  sentir  o  emocionarse  es  un  signo  de  debilidad  o  de  falta  de
              fortaleza. Incluso en ocasiones parece que resulta inadecuado y poco apropiado expresar
              lo que uno siente, sobre todo si tiene un componente emotivo.
                 Los que nos dedicamos al mundo de la mente y las emociones sabemos que reprimir
              una  emoción  equivale  a  no  aceptarla.  Se  quedan  encajadas  y  enquistadas  en  el
              subconsciente. Lo lógico es que afloren de una u otra forma en otro momento de nuestra
              vida, perturbando entonces profundamente nuestro equilibrio. Un ejemplo claro son las
              depresiones que acontecen en el embarazo o puerperio, momentos de gran vulnerabilidad
              en la mujer.
                 Si uno guarda lo que siente por miedo a lo que piensen los demás, por temor a quedar
              en  ridículo  o  por  incapacidad  para  expresarlo,  eso  termina  causando  un  daño.  Las
              emociones  se  acumulan  y  nos  perjudican;  son  como  sombras  que  perturban  nuestro
              cuerpo y nuestra mente.






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