Page 126 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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¿QUÉ SUCEDE CON LAS EMOCIONES REPRIMIDAS?
Decíamos que vuelven por la puerta de atrás en algún momento en forma de
enfermedades físicas o psicológicas. Consideramos personas «neuróticas» a aquellas que,
al no haber sido capaces de manejar sus emociones de forma sana, se quedan
enquistadas en el pasado. Se machacan por eventos, pensamientos o sentimientos no
superados o mal digeridos, y eso transforma su carácter en algo enfermizo y desgastante.
Ya hemos visto cómo las emociones positivas favorecen la longevidad, previenen la
aparición de enfermedades o contribuyen a su curación. Las emociones negativas, por el
contrario, pueden favorecer la aparición de enfermedades.
EL CASO DE EMILIO
Emilio acude a mi consulta un día para conocer el diagnóstico y tratamiento
de su hija de catorce años que lleva en terapia varios meses por bullying, y
que ha derivado en problemas anímicos y alteraciones de comportamiento.
Evita acudir a las sesiones con su mujer porque no considera necesaria la
terapia de su hija, y todo lo relacionado con la psicología le parece absurdo
e inútil. Me saluda fríamente y se sienta. En estos casos intento tratar
asuntos triviales hasta que percibo que se ha generado un ambiente cordial.
A los minutos, comienzo a hablarle de su hija y de lo mucho ella le admira y
le quiere. De repente, noto que se le quiebra ligeramente la voz y cambia de
tema.
—¿Te has emocionado? —le pregunto.
—No me gusta emocionarme ni sentir nada con intensidad. Eso es señal
de debilidad y los sentimentales no llegan lejos en la vida.
—¡Ay! Gran error. Sentimentalismo y emotividad no son lo mismo.
Tras ese día comienza una terapia muy interesante con Emilio. Nos
zambullimos en su biografía. Proviene de una familia adinerada, el padre es
americano y la madre española. Su madre es fría, poco emotiva y nunca ha
permitido expresiones de afecto en el entorno familiar. En su casa nunca ha
percibido entre sus padres un gesto afectivo, un abrazo, una caricia o
incluso un «te quiero».
De pequeño tenía un vecino con el que hablaba mucho, pero cambió de
ciudad y no volvió a confiar plenamente en nadie. Curiosamente, el día que
habla de ese vecino, al que lleva más de treinta años sin ver, se emociona y
llora. Ya le he explicado que la consulta es el lugar apropiado para llorar.
Nadie le juzga, nadie le critica. Las lágrimas son una fuente poderosa de
liberación de angustia.
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