Page 143 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
P. 143

Ha  tenido  que  bajarse  inmediatamente  del  taxi,  mareado,  con  vértigos,
                 temblores, sudoración, sensación de pérdida de control y una angustia vital
                 que no se reduce. Se encuentra en medio de un ataque de pánico.
                    Continúa al teléfono su mujer porque él no puede hablar, y me pide ayuda
                 para  contener  la  situación.  Pese  a  sus  reticencias  porque  es  solo  «algo
                 psicológico»,  le  obligo  a  solicitar  una  ambulancia  para  que  lo  trasladen
                 cuanto antes a un servicio médico de Urgencias.
                    Ya en el hospital, la mujer vuelve a llamar. Los médicos le han indicado
                 que debe tomar una pastilla y Alberto se niega. Él, siempre tan correcto y
                 equilibrado, tiene un miedo atroz a que eso le haga perder el control sobre
                 sí mismo, tanto de sus pensamientos como de su comportamiento. Intento
                 tranquilizarle, explicándole que debe aceptar la medicación para regularse y
                 recuperar la paz, pero él, fuera de sí, se niega rotundamente.
                    La  mujer  me  comunica  al  rato  que  los  médicos  de  Urgencias  le  han
                 acabado inyectando un ansiolítico para conseguir relajarle. En cuanto le den
                 el  alta  quieren  venir  a  Madrid  a  consulta  para  empezar  un  tratamiento
                 integral.
                    A  los  pocos  días,  Alberto  acude  a  Madrid  a  consulta.  Se  encuentra
                 ansioso, alerta, nervioso, en un bucle de angustia constante, prácticamente
                 sin  poder  salir  a  la  calle…  Comienzo  una  terapia  farmacológica  con
                 medicación  endovenosa  —benzodiacepinas  de  acción  larga—  que  van
                 bloqueando el circuito del miedo y de la angustia. Le explico exactamente lo
                 que le ha sucedido y los mecanismos fisiológicos y emocionales que le han
                 llevado a ese estado. Le pauto una «pastilla de emergencia» por si vuelve a
                 tener un ataque de pánico, explicándole que actúa a los pocos minutos. Con
                 esta pastilla puede viajar, ir a reuniones… con la «tranquilidad en el bolsillo».
                    Su gran miedo estriba en que la medicación le haga perder el control de
                 su vida sin ella. Así que cada vez que ingiere una pastilla yo le dicto en una
                 libreta —y su mujer lo lleva anotado también— frases que él se repite para
                 neutralizar esa anticipación negativa: «No me va a pasar nada», «no voy a
                 perder el control ni mi identidad», «voy a seguir siendo yo», «los efectos de
                 la pastillas son estos…», «ánimo», «quítale importancia a sensaciones, evita
                 analizarlas»…
                    A los quince días se encuentra más estable y ajustamos la medicación vía
                 oral y comenzamos la psicoterapia. Con su esquema de personalidad[19], le
                 explicamos su forma de ser y las causas aparentes de su ataque de pánico.
                 Le explico cómo funciona  el cortisol, el  miedo… y  entramos en un  campo
                 apasionante: la gestión de sus emociones. Si algo le hace gracia, puede reír;
                 si  algo  le  pone  triste,  puede  llorar;  si  está  en  una  situación  emotiva,  una
                 reunión con familiares o amigos, puede sentirse feliz, y no pasa nada.
                    Un día en consulta me confiesa:



                    —Me estás ayudando a forjar una personalidad vulnerable; yo hasta ahora
                                                            143
   138   139   140   141   142   143   144   145   146   147   148