Page 144 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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—Me estás ayudando a forjar una personalidad vulnerable; yo hasta ahora
                 bloqueaba  los  sentimientos  para  sentirme  fuerte,  pero  ahora  voy  a  tener
                 capacidad de emocionarme, de sentir…
                    Para él, tan frío y cerebral, si alguien se deja llevar por las emociones, es
                 esclavo  de  ellas,  y  el  sufrimiento,  el  dolor  o  la  pasión  pueden  bloquear  la
                 correcta toma de decisiones.
                    Tras un año de tratamiento, fuimos retirando la medicación poco a poco;
                 ha aprendido a manejar los momentos de ansiedad elevada —lleva siempre
                 su «pastilla de emergencia», la cual solo ha usado tres veces en un año— y,
                 lo  más  importante,  se  ha  convertido  en  una  persona  más  cercana,  más
                 humana y más cariñosa.



                 El  ser  humano  se  siente  fuerte  cuando  controla  y  tiene  la  razón.  ¡Cuánto  cuesta
              aceptar  que  uno  está  equivocado!  La  mente  manda.  La  mente  ordena.  La  mente
              controla.Seguimos las directrices de la razón, respondemos a las cuestiones únicamente
              desde lo cognitivo. En los últimos años la razón se ha convertido en una tirana. El deseo
              de  controlarlo  todo  genera  una  gran  angustia.  Pensamos  que  el  tener  seguridad  sobre
              todos los aspectos de la vida es una fuente de felicidad. Resulta completamente lógico y
              prudente procurar tener los pilares de la vida asegurados y protegidos: un trabajo estable,
              una vida familiar sana, una situación económica holgada… Lo patológico, lo enfermizo,
              está en llevar eso al extremo angustiándonos y amargando nuestra vida en pos de una
              seguridad  absoluta  inalcanzable.  Buscar  constantemente  apoyos  y  sustentos  materiales
              que refuercen nuestra vida y que no se caigan o no puedan fallar nunca es una utopía.
              Ahí radica el error.
                 Es  propio  de  nuestra  sociedad  materialista  y  racionalista  el  hacernos  creer  que  lo
              podemos controlar todo: el momento en que nos quedamos embarazados, el sexo de un
              hijo  o  su  brillantez  académica,  el  tipo  de  trabajo,  los  ingresos  y  gastos  familiares,  las
              vacaciones  ideales,  la  salud  propia  o  de  nuestros  familiares  o  la  fiesta  perfecta.  Sin
              embargo la vida nos enseña que las dificultades para quedarse embarazada existen y son
              cada  vez  más  frecuentes;  que  a  veces  conseguir  «la  parejita»  resulta  imposible  o  que
              nuestro retoño no tiene la capacidad intelectual que nos gustaría —quizá sí otras virtudes
              que, obcecados, no sabemos descubrir en él—, que la empresa a la que hemos dedicado
              nuestra  vida  puede  prejubilarnos,  que  los  ingresos  y  gastos  son  demasiado  oscilantes
              siempre, que puede que si vamos a esquiar una nevada cierre las carreteras de acceso o
              los aeropuertos, que en la isla paradisíaca llueva pese a no estar en época de lluvias, que
              por mucho que hagamos deporte rutinario, una dieta sana y revisiones médicas periódicas
              siempre  hay  algo  que  puede  salir  mal,  o  que  el  día  en  que  hemos  organizado  la  fiesta
              ideal estemos cansados, tristes o saturados y preferiríamos un paseo por la montaña en
              solitario… La vida es rica por sus matices, por ser incontrolable, y se resistirá a cualquier
              intento de control férreo por muy calculadores que seamos, generando en quien lo intente
              una gran angustia. Viene aquí a cuento aquella frase que un esclavo repetía al oído en los




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