Page 158 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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consiste en conseguir que los niños presten atención a «cosas» no móviles ni luminosas
—papel, comida, escritura, lectura, deberes…—. Se trata de encauzar su voluntad y
atención para que sean capaces de concentrar su atención de forma voluntaria. Si en ese
instante de su vida regalamos a los niños iPads, teléfonos o tabletas, la atención del niño
vuelve a luz-movimiento-sonido. No es un avance en su corteza prefrontal, sino un
retroceso claro, ya que el niño se motiva y responde como cuando era bebé. La única
diferencia es que los sonidos son más intensos y las luces y movimientos cambian a una
velocidad más vertiginosa.
El cerebro de los jóvenes necesita aprender a focalizar su atención, a desarrollar de
manera sana la zona frontal del cerebro, responsable de la voluntad y del autocontrol.
Una exposición excesiva a la pantalla inhibe el correcto funcionamiento con un claro
déficit en la atención y en la concentración. Hoy existe una gran corriente sobre la
importancia de la meditación, en particular, el mindfulness —atención plena—.
Enseñamos a los jóvenes a no concentrarse y de adultos luchamos por recuperar la
capacidad de autocontrol de nuestra mente y atención. Realmente hay algo que no
estamos haciendo bien.
La hiperconectividad se encuentra íntimamente relacionada con la hiperactividad. El
famoso TDAH —trastorno por déficit de atención e hiperactividad— guarda un estrecho
vínculo con ello. Los jóvenes diagnosticados de TDAH poseen grandes dificultades en la
concentración y atención y baja tolerancia ante la frustración. El uso prolongado de las
tecnologías produce alternativas gratificantes, fáciles y atractivas, pero dificulta el ser
capaces de prestar atención a estímulos no digitales.
Hay que educar offline. Sí, sobre todo a nivel emocional y social. «La comunicación
cara a cara es el mejor modo de aprender a leer las emociones del otro», apuntaba Nass.
No olvidemos que la tan conocida inteligencia emocional es una de las claves del éxito en
la vida. La pantalla es la peor educadora para lograrla. Aísla y encapsula al niño de todo
lo que le rodea. Frena la capacidad de entender las emociones, de conectar con las
personas, con sus emociones y anula la capacidad de expresar lo que uno siente mirando
a los ojos y no al teclado o a la pantalla. Los jóvenes de hoy no saben expresar sus
emociones mirando a los ojos de la persona que tienen enfrente. Eduquemos a los niños
para que sean capaces de paladear la vida, las emociones y las relaciones personales de
tú a tú, mirando a los ojos de la persona que tienen enfrente.
Los jóvenes conectan más fácilmente con una pantalla, una red social o un videojuego
que con la naturaleza, las personas y la realidad.No se trata de negar la tecnología, ni
negar el avance digital, sino de saber introducirla de forma sensata y escalonada en la
vida de los niños y adolescentes, enseñándoles a ellos mismos a controlar el acceso a las
aplicaciones y a los contenidos. Decidamos realmente educar para conectar primero con
la realidad de las cosas, las emociones de las personas y la naturaleza. Hecho esto,
estaremos preparados para adentrarnos, paso a paso, en el mundo digital.
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