Page 153 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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unas pastillas que le hacen efecto levemente. Vive constantemente contra el
tiempo y sin capacidad de disfrutar.
La familia viene a mi consulta con una petición concreta:
—Que pare, «que aprenda a no hacer nada».
Pero él expresa que no quiere parar, que esta es su forma de ser, que si
frena se agobia, porque no sabe vivir en la calma.
Pauto, para el estado de ansiedad, una medicación a dosis muy pequeñas
—infraterapéutica—; al día siguiente me llama para comentarme que se
encuentra profundamente adormilado en el despacho. En cuanto se vio
frenado un poquito, su cuerpo reaccionó como si hubiera ingerido una dosis
brutal de un sedante.
Lo que tratamos de mostrarle es que no sabe vivir en el relax. Él mismo
reconoce que en cuanto detecta una sensación de quietud, ahí surge la
ansiedad y que esta se apaga en cuanto empieza a realizar una actividad. Lo
más importante con Francisco es enseñarle no ya a relajarse —no es capaz
de realizar técnicas de relajación, yoga o mindfulness porque le dan
taquicardias—, sino a ser consciente de que necesita aprender a descansar.
Ser consciente de esto, lo que se denomina insight, es su primer paso en
la terapia. El segundo, que aprenda a realizar un ejercicio que no sea solo
dinámico, es decir, que aprenda a «perder» el tiempo y relajarse. Esto lo
consigue con mucha dificultad debido a la fuerte resistencia que hay en su
interior: él siempre ha sido así, ha sido educado con muchísima exigencia en
el aprovechamiento del tiempo. Por tanto, el pronóstico es incierto.
Lleva varios meses en terapia, ha ido mejorando poco a poco. Ha
conseguido dar a la familia momentos espontáneos en los cuales disfrutan
de hacer poco o nada o incluso improvisar —cosa antes inviable—.
Aprendamos a parar. Frenar para ver, observar y disfrutar. ¿Te has fijado que para
observar y contemplar de verdad hace falta pararse? Corriendo no se percibe la belleza.
Deleitarse con un paisaje bonito, con una puesta de sol, con una lectura cautivadora,
parar y disfrutar de un pueblo escondido cerca de la carretera, escuchar una canción que
nos evoca emociones…, sin sentimiento de culpa o de pérdida de tiempo. Ganamos en
salud, en disfrute, en felicidad y en calidad de vida.
Ya lo explicaba Jacques Leclercq en su discurso de entrada en la Academia Libre de
Bélgica en el año 1936: el gran filósofo René Descartes tuvo sus sueños y visiones tras
varios meses descansando; Newton descubrió uno de los grandes principios de la física
sentado bajo un árbol; Platón construyó el pilar de la filosofía en los jardines de
Akademos. Ninguno de ellos llegó a sus descubrimientos en un momento de vida
frenética. No es corriendo y de forma apresurada como se llega al trasfondo y a la
belleza de la vida.
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