Page 152 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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¿Quién no ha pasado por la tristeza del domingo por la tarde? Yo lo denomino «el
domingo oscuro». Sucede especialmente en personas con vidas intensas entre semana.
Los viernes y sábados acuden a diferentes planes con salidas que sobre todo suelen
combinar con alcohol. Llega el domingo y muchos perciben un bajón físico y anímico
que les lleva a desear que vuelva a ser lunes. ¿La razón? Son caballos de carreras que,
semana tras semana, llegan desfondados a la meta. No saben vivir en el descanso. Ese
parón genera ansiedad, sentimientos de culpa, vacío y tristeza.
El hombre actual parece que se tiene que excusar tras «una reunión» para poder tener
un momento de ocio o de tranquilidad. No queda bien decir que uno está libre o
desocupado. ¿Qué sucede? De golpe, un amigo te llama y, todo serio y con mirada
preocupada tras un sufrir problemas musculares, migrañas, taquicardias, un ataque de
ansiedad o incluso un infarto, te dice:
—Mi médico me ha recetado descansar.
Ahí comienza uno a replantearse la vida, y se inicia una nueva etapa donde a los
grandes aspectos de la vida se les da la importancia que merecen.
EL CASO DE FRANCISCO
Francisco es un directivo de una multinacional que sacó muy joven una
oposición a abogado del Estado con una nota muy buena. Desde entonces
su trayectoria ha ido en ascenso: empezó en el ámbito administrativo, luego
se fue a la empresa privada. En algún momento de su vida se ha dedicado a
la política sin llegar a involucrarse al cien por cien. En general, se trata de un
hombre al que le encanta estar metido en muchos asuntos: la política, la
historia, la filosofía, por supuesto el derecho, le gusta escribir… Por ello,
tiene ocupada su agenda desde que se levanta hasta que se acuesta.
Cuando tiene tiempo libre se agobia porque le gusta tener la sensación de
que aprovecha el tiempo. Cuando está desayunando con su familia, él
pregunta cuál es su plan para el día. Siempre encuentra algún intervalo en el
que considera que alguno de ellos aprovecharía mejor el tiempo si hiciera
alguna otra cosa diferente. Los hijos se pasan las tardes en el colegio
asistiendo a clases extraescolares —música, chino, inglés, arte, deportes—,
excepto la del viernes, que a él le gusta que la dediquen a ordenar sus
cuartos y a jugar. Y el fin de semana él siempre tiene un plan perfecto
organizado —playa, montaña, visitar una ciudad…— y la mujer vive «detrás
de él» y muchas veces le confiesa que no le sigue el ritmo, que necesita que
pare, a lo que el marido le contesta que la vida hay que aprovecharla y que
se encuentran en su mejor momento.
Él se ha empezado a preocupar porque empieza a dormir mal, a tener
migrañas y, a veces, vértigo. Decide ir al médico —tras una ardua
recolocación de su agenda, pues no tiene tiempo para ello— y le recetan
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