Page 150 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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exceso, aumenta la rigidez y la probabilidad de entrar en pensamientos tóxicos o de bucle
sin salida.
Un ejemplo propio de la rigidez cognitiva es la necesidad constante de que las cosas se
hagan de la manera que uno quiere y cuando uno quiere. Hay personas que tienen rasgos
obsesivos muy marcados y que están habituadas a determinadas rutinas —casi rituales—,
de modo que cualquier incumplimiento de las mismas genera en ellos una reacción
desproporcionada. La gente excesivamente rígida necesita que los horarios, el orden de la
habitación, los planes, sean según desean o esperan. El perfeccionista le añade otro
factor: tiene que estar hecho de la mejor manera posible.
OTRO SUBTIPO DE GENTE RÍGIDA: LOS NEGAHOLICS
«No y no; he dicho que no y es que no».Todos hemos experimentado un teleoperador
o funcionario que hace caso omiso a lo que le solicitas con una negativa injustificada por
respuesta. Conocemos gente cercana que es incapaz de estar de acuerdo con nosotros en
algo. Tratamos con personas que no aceptan un consejo, una recomendación y no
desean cambiar.
Para la doctora Chérie Carter-Scott, experta en el tema, «los negaholics son aquellas
personas que presentan una adicción a lo negativo». Constantemente y ante cualquier
situación manifiestan una negativa visceral, automatizada e irracional, siendo incapaces
de percibir lo positivo o incluso lo meramente neutro. Su visión de la realidad está
desequilibrada hacia la negación. La queja y el lamento son ingredientes constantes de su
discurso.
Esta acumulación de comentarios y actitudes negativos acaban perjudicando
gravemente al afectado. Son los denominados negadictos: son incapaces de salir adelante
ya que llegan a boicotear sus propios sueños debido a sus miedos infundados y al
pesimismo existente en sus mentes. Viven en constante angustia y sufrimiento. Todo
origina un pensamiento tóxico que deriva en palabras y conductas destructivas.
Esta actitud altera la relación con otros; les cuesta profundamente valorar el triunfo de
los demás y buscar siempre «hundirles» con comentarios, expresiones y
comportamientos. El trato con estas personas no es fácil y el entorno tiende a querer
separarse de ellos. Acaban convirtiéndose en un obstáculo para los demás, toxificando los
ambientes que frecuentan.
El origen de los negadictos es variado. A veces surgen debido a un sufrimiento no
superado, otras veces tras una etapa traumática. Tras ese dolor, estas personas se agrian,
tuercen, rompen o se deprimen. La clave estar en salir, pedir ayuda lo antes posible y
reconocer que ese proceso interno tóxico está perjudicando seriamente la vida. Como
dato curioso, según estudios realizados por la Universidad de Harvard, el 75 por 100 de
las personas que han sufrido un drama, a los dosañossehan recuperado. Al menos, la
ciencia nos impulsa a ser optimistas a pesar del drama.
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