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Más allá del aula III: Reflexiones y experiencias docentes

               Con lo anterior, intento configurar una primera línea de análisis
            que  aborde  el  estudio  sociohistórico  de  las  producciones
            discursivas  y  las  prácticas    de  formación  escolar  que  han  dado
            cuerpo  al  fenómeno  de  la  violencia  en  la  escuela;  sospecho,
            entonces, que las descripciones de la violencia escolar no deben ser
            leídas como naturales a los fenómenos que describen, sino “como
            «juegos  de  verdad»  específicos,  relacionados  con  técnicas
            específicas que los hombres utilizan para entenderse a sí mismos”
            (Foucault, 1990, pág. 48). Así, el análisis de la violencia escolar en
            relación con  la población  joven  ha de reconstruir los cambios  en
            los discursivos y las prácticas de formación escolar referidas a la
            población joven.

            La escolarización de la violencia

               Si definimos escolarización como un régimen de prácticas que
            “produce un discurso sobre la infancia [y la juventud], la lengua, la
            enseñanza  de  los  saberes  y  el  disciplinamiento  a  partir  de  una
            desorganización  de  estos,  recortándolos,  seleccionándolos”
            (Martinez Boom, 2010, p. 120) podemos asumir que, las prácticas
            relacionadas con los discursos referentes a la violencia en escuela
            la han  escolarizado, la han transformado  en  violencia escolar. Es
            decir, y lo digo con claridad: Supongo que eso que llamamos hoy
            violencia  escolar  tiene  sus  orígenes  en  discursos  que  no
            necesariamente son escolares, sino que se escolarizan, que emergen
            de discursos relativos a la guerra y la paz entre naciones, y que van
            constituyendo   prácticas   discursivas   que   construyen   el


            de sistemas de signos, que nos permiten utilizar signos, sentidos, símbolos
            o significaciones; 3) tecnologías de poder, que determinan la conducta de
            los  individuos,  los  someten  a  cierto  tipo  de  fines  o  de  dominación,  y
            consisten  en  una  objetivación  del  sujeto;  4)  tecnologías  del  yo,  que
            permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de
            otros,  cierto  número  de  operaciones  sobre  su  cuerpo  y  su  alma,
            pensamientos,  conducta,  o  cualquier  forma  de  ser,  obteniendo  así  una
            transformación  de  sí  mismos  con  el  fin  de  alcanzar  cierto  estado  de
            felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad”.(Foucault, 1990, p.48)





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