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Más allá del aula III: Experiencias y reflexiones docentes
En el mundo de la globalización, el discurso acerca de la
violencia como parte de un dispositivo de desconfianza no se
configura solamente desde el ámbito nacional, ahora es
determinado por agencias internacionales, que de cierta forma
difumina sus orígenes en nuevas prácticas discursivas, algunos
asuntos sociales ya no serán un problema de higiene sino de salud.
Respecto a la violencia, la Organización Mundial de la Salud en su
Informe mundal sobre la violencia y la salud, afirma:
Es posible prevenir la violencia y disminuir sus efectos, de la
misma manera en que las medidas de salud pública han
logrado prevenir y disminuir las complicaciones
relacionadas con el embarazo, las lesiones en el lugar de
trabajo, las enfermedades infecciosas y las afecciones
resultantes del consumo de alimentos y agua contaminados
en muchas partes del mundo. Es posible cambiar los factores
que contribuyen a producir respuestas violentas, ya sea los
dependientes de la actitud y el comportamiento o los
relacionados con situaciones sociales, económicas, políticas
y culturales más amplias. (2003, p. 3)
En este momento puedo exponer algunas sospechas, sobre la
configuración de un dispositivo de desconfianza del cual forman
parte los discursos y las prácticas relacionados con la violencia
escolar, a partir de lo anteriormente expuesto, a saber: 1) que el
discurso y las prácticas alrededor de lo social ha realizado un giro
de la pobreza a la violencia, 2) que la violencia protagonizada por
los jóvenes ha dibujado desde los análisis un traslado de escenario,
a saber: de la calle a la escuela; y 3), que la violencia escolar se
transfigura en tanto inmersa en una violencia más generalizada, en
un asunto de salud pública; en este sentido, relacionado con lo que
aquí se ha llamado higiene del alma o en términos foucaultianos
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prácticas relativas al cuidado de sí mismo .
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“A modo de contextualización, debemos comprender que existen cuatro
tipos principales de estas «tecnologías», y que cada una de ellas
representa una matriz de la razón práctica: 1) tecnologías de producción,
que nos permiten producir, transformar o manipular cosas; 2) tecnologías
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