Page 105 - El Hobbit
P. 105

Los enanos dejaron entonces de suplicar. Se sacaron la ropa y se bañaron en el
      río, que en el vado era poco profundo, claro y pedregoso. Luego de secarse al
      sol, que ahora caía con fuerza, se sintieron refrescados, aunque todavía doloridos
      y  un  poco  hambrientos.  Pronto  cruzaron  el  vado  (cargando  con  el  hobbit),  y
      luego  marcharon  entre  la  abundante  hierba  verde  y  bajo  la  hilera  de  robles
      anchos de brazos y los olmos altos.
        —¿Y  por  qué  se  le  llama  la  Carroca?  —preguntó  Bilbo  cuando  caminaba
      junto al mago.
        —La  llamó  la  Carroca,  porque  Carroca  es  la  palabra  para  ella.  Llama
      carrocas a cosas así, y ésta es la Carroca, pues es la única cerca de su casa y la
      conoce bien.
        —¿Quién la llama? ¿Quién la conoce?
        —Ese Alguien de quien hablé…, una gran persona. Tenéis que ser todos muy
      corteses  cuando  os  presente.  Os  presentaré  muy  poco  a  poco,  de  dos  en  dos,
      creo;  y  cuidaréis  de  no  molestarlo,  o  sólo  los  cielos  saben  lo  que  ocurriría.
      Cuando se enfada puede resultar desagradable, aunque es muy amable si está de
      buen humor. Sin embargo, os advierto que se enfada con bastante facilidad.
        Todos los enanos se juntaron alrededor cuando oyeron que el mago hablaba
      así con Bilbo. —¿Es a él a quien nos llevas ahora? —inquirieron—. ¿No podrías
      encontrar  a  alguien  de  mejor  carácter?  ¿No  sería  mejor  que  lo  explicases  un
      poco más? —y así una pregunta tras otra.
        —¡Sí,  sí,  por  supuesto!  ¡No,  no  podría!  Y  lo  he  explicado  muy  bien  —
      respondió el mago, enojado—. Si necesitáis saber algo más, se llama Beorn. Es
      muy fuerte, y un cambia pieles además.
        —¡Qué! ¿Un peletero? ¿Un hombre que llama a los conejos roedores, cuando
      no puede hacer pasar las pieles de conejo por pieles de ardilla? —preguntó Bilbo.
        —¡Cielos, no, no, no, no! —dijo Gandalf—. No seas estúpido, señor Bolsón, si
      puedes evitarlo, y en nombre de toda maravilla haz el favor de no mencionar la
      palabra peletero mientras te encuentras en un área de cien millas a la redonda de
      su casa, ¡ni alfombra, ni capa, ni estola, ni manguito, ni cualquier otra palabra tan
      funesta! Él es un cambia pieles, cambia de piel: unas veces es un enorme oso
      negro, otras un hombre vigoroso y corpulento de pelo oscuro, con grandes brazos
      y luenga barba. No puedo deciros mucho más, aunque eso tendría que bastaros.
      Algunos dicen que es un oso descendiente de los grandes y antiguos osos de las
      montañas,  que  vivían  allí  antes  que  llegasen  los  gigantes.  Otros  dicen  que
      desciende  de  los  primeros  hombres  que  vivieron  antes  que  Smaug  o  los  otros
      dragones  dominasen  esta  parte  del  mundo,  y  antes  que  los  trasgos  del  Norte
      viniesen a las colinas. No puedo asegurarlo, pero creo que la última versión es la
      verdadera. A él no le gustan los interrogatorios.
   100   101   102   103   104   105   106   107   108   109   110