Page 145 - El Hobbit
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anillo mágico, y las tres cosas eran bienes muy útiles. En verdad lo elogiaron
tanto que Bilbo llegó a sentir que había algo en él de aventurero audaz, al fin y al
cabo, aunque se habría sentido aún mucho más audaz si hubiera tenido algo que
comer.
Pero no había nada, nada de nada, y ninguno estaba en disposición de ir a
buscar algo o encontrar el sendero perdido. ¡El sendero perdido! En la fatigada
cabeza de Bilbo no había otra cosa. Se sentó y clavó los ojos en los árboles que se
sucedían en interminables hileras, y al cabo de un rato todos callaron otra vez.
Todos excepto Balin. Mucho tiempo después que los otros hubieran dejado de
hablar y cuando ya habían cerrado los ojos, Balin seguía aún murmurando y
riendo entre dientes.
—¡Gollum! ¡Caramba! Así fue como llegó a escabullirse delante de mí, ¿no?
¡Ahora me lo explico! Arrastrándose en silencio, nada más, ¿no, señor Bolsón?
¡Los botones todos sobre el umbral! El bueno de Bilbo… Bilbo… Bilbo… bo…
bo… bo… —y poco después se quedó dormido, y durante un largo rato no se oyó
nada.
De pronto, Dwalin abrió un ojo y miró alrededor.
—¿Dónde está Thorin? —preguntó.
Fue un golpe terrible. Desde luego, sólo eran trece, doce enanos y el hobbit.
¿Dónde, pues, estaba Thorin? Se preguntaron qué desgracia habría caído sobre él:
un encantamiento, o quizá unos monstruos oscuros, y todos se estremecieron
mientras yacían perdidos allí en el bosque. Y así, cuando la tarde se hizo noche
negra, cayeron uno tras otro en un sueño incómodo, de horribles pesadillas; y ahí
tenemos que dejarlos por ahora, demasiado enfermos y débiles como para
ponerse a vigilar o turnarse como centinelas.
Thorin había sido capturado mucho antes que ellos. ¿Recordáis que Bilbo
cayó dormido como un tronco cuando entró en el círculo de luz? La vez siguiente
fue Thorin quien dio un paso adelante, y cuando la luz desapareció, cayó al suelo
como una piedra encantada. Las voces de los enanos perdidos en la noche, los
gritos cuando las arañas se precipitaron sobre ellos y los atacaron, y todos los
ruidos de la batalla del día siguiente, habían pasado inadvertidos para Thorin.
Luego los Elfos del Bosque se le echaron encima, y lo ataron, y se lo llevaron.
Por supuesto, las gentes de los banquetes eran Elfos del Bosque. Los elfos no
son malos, pero desconfían de los desconocidos: esto puede ser un defecto.
Aunque dominaban la magia, andaban siempre con cuidado, aún en aquellos
días. Distintos de los Altos Elfos del Poniente, eran más peligrosos y menos
cautos, pues muchos de ellos (así como los parientes dispersos de las colinas y
montañas) descendían de las tribus antiguas que nunca habían ido a la Tierra
Occidental de las Hadas. Allí los Elfos de la Luz, los Elfos del Abismo, y los Elfos