Page 149 - El Hobbit
P. 149
9
Barriles de contrabando
E l día que siguió a la batalla con las arañas, Bilbo y los enanos hicieron un
último y desesperado esfuerzo por encontrar un camino de salida antes de morir
de hambre y sed. Se incorporaron y fueron tambaleándose hacia el sitio en que
corría el sendero, según decían ocho de los trece; pero nunca descubrieron si
habían acertado. Un día como todos los del bosque se desvanecía una vez más en
una noche negra, cuando las luces de muchas antorchas aparecieron de súbito
todo alrededor, como cientos de estrellas rojas. Los Elfos del Bosque se
acercaron cantando, armados con arcos y lanzas, y dieron el alto a los enanos.
Nadie pensó en luchar. Aún si los enanos no se hubiesen encontrado en una
situación tal que les alegraba realmente ser capturados, los pequeños cuchillos,
las únicas armas que tenían, hubieran sido inútiles contra las flechas de los elfos,
que podían golpear el ojo de un pájaro en la oscuridad. De modo que se
contentaron con detenerse, y se sentaron, y aguardaron, todos excepto Bilbo, que
se puso rápido el anillo y se deslizó a un lado. Así se explica que cuando los elfos
ataron a los enanos en una larga hilera, uno tras otro, y los contaron, nunca
encontraron ni contaron al hobbit.
No lo oyeron ni lo sintieron mientras corría al trote bastante atrás de la luz de
las antorchas, mientras ellos llevaban a los prisioneros por el bosque. Les habían
vendado los ojos a todos, pero esto no cambiaba mucho las cosas, pues aún Bilbo,
que podía utilizar bien los ojos, no podía ver a dónde iban, y de todos modos ni él
ni los otros sabían de dónde habían partido.