Page 225 - El Hobbit
P. 225

vendrán  a  reunirse  aquí  además  de  los  pájaros.  Las  noticias  de  la  muerte  del
      guardián han volado ya a lo largo y ancho del país, y la leyenda de la riqueza de
      Thror no ha dejado de aparecer en cuentos, durante años y años; muchos están
      ansiosos  por  compartir  el  botín.  Ya  una  hueste  de  elfos  está  en  camino,  y  los
      pájaros carroñeros los acompañan, esperando la batalla y la carnicería. Junto al
      Lago  los  hombres  murmuran  que  los  enanos  son  los  verdaderos  culpables  de
      tanta desgracia, pues se han quedado sin hogar, muchos han muerto, y Smaug ha
      destruido Esgaroth. También ellos esperan que vuestro tesoro repare los daños,
      estéis vivos o muertos.
        » Vuestra sabiduría decidirá, pero trece es un pequeño resto del gran pueblo
      de Durin que una vez habitó aquí, y que ahora está disperso y en tierras lejanas.
      Si queréis mi consejo, no confiéis en el gobernador de los Hombres del Lago,
      pero sí en aquel que mató al dragón con una flecha. Bardo se llama, y es de la
      raza de Valle, de la línea de Girion; un hombre sombrío, pero sincero. Una vez
      más  buscará  la  paz  entre  los  enanos,  hombres  y  elfos,  después  de  la  gran
      desolación; pero ello puede costarte caro en oro. He dicho.
        Entonces  Thorin  estalló  de  rabia:  —Nuestro  agradecimiento,  Roäc  hijo  de
      Carc. Tú y tu pueblo no seréis olvidados. Pero ni los ladrones ni los violentos se
      llevarán una pizca de nuestro oro, mientras sigamos con vida. Si quieres que te
      estemos  aún  más  agradecidos,  tráenos  noticias  de  cualquiera  que  se  acerque.
      También quisiera pedirte, si alguno de los tuyos es aún fuerte y joven de alas, que
      envíes mensajeros a nuestros parientes en las montañas del Norte, tanto al este
      como  al  oeste  de  aquí,  y  les  hables  de  nuestra  difícil  situación.  Pero  ve
      especialmente a mi primo Dain en las Colinas de Hierro, pues tiene mucha gente
      bien armada y vive cerca. ¡Dile que se dé prisa!
        —No diré si es bueno o malo ese consejo —graznó Roäc—, pero haré lo que
      pueda —y se alejó volando lentamente.
        —¡De vuelta  ahora  a  la Montaña!  —gritó  Thorin—.  Tenemos  poco tiempo
      que perder.
        —¡Y  también  poco  que  comer!  —chilló  Bilbo,  siempre  práctico  en  tales
      cuestiones. En  cualquier  caso,  sentía que la  aventura,  hablando  con propiedad,
      había terminado con la muerte del dragón —en lo que estaba muy equivocado—
      y hubiese dado buena parte de lo que a él le tocaba por la pacífica conclusión de
      estos asuntos.
        —¡De  vuelta  a  la  Montaña!  —gritaron  los  enanos,  como  si  no  lo  hubiesen
      oído; así que tuvo que ir de vuelta con ellos.
      Como  ya  estáis  enterados  de  algunos  acontecimientos,  sabréis  que  los  enanos
      disponían  aún  de  unos  pocos  días.  Una  vez  más  exploraron  las  cavernas,  y
      encontraron  como  esperaban  que  sólo  la  Puerta  Principal  permanecía  abierta;
   220   221   222   223   224   225   226   227   228   229   230