Page 228 - El Hobbit
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Mientras estaban allí señalando y hablando entre ellos, Thorin los increpó: —
¿Quiénes sois vosotros —dijo en voz muy alta— que venís como en guerra a las
puertas de Thorin, hijo de Thrain, Rey bajo la Montaña, y qué deseáis?
Pero no le respondieron. Algunos dieron una rápida media vuelta, y los otros,
luego de observar con detenimiento la Puerta, y cómo estaba defendida, pronto
fueron detrás de ellos. Ese mismo día el campamento se trasladó al este del río,
justo entre los brazos de la Montaña. Voces y canciones resonaron entonces entre
las rocas como no había ocurrido por muchísimo tiempo. Se oía también el
sonido de las arpas élficas y de una música dulce; y mientras los ecos subían,
parecía que el aire helado se entibiaba, y que la fragancia de las flores
primaverales del bosque llegaba débilmente hasta ellos.
Entonces Bilbo deseó escapar de la fortaleza oscura y bajar y unirse a la
alegría y las fiestas junto a las fogatas. Algunos de los enanos más jóvenes se
sentían también conmovidos, y murmuraron que habría sido mejor que las cosas
hubiesen ocurrido de otra manera y poder recibir a esas gentes como amigos. Sin
embargo, Thorin fruncía el entrecejo.
Entonces también los enanos sacaron arpas e instrumentos recobrados del
botín y tocaron para animar a Thorin; pero la canción no era una canción élfica
y se parecía bastante a la que habían cantado hacía mucho tiempo en el pequeño
agujero-hobbit de Bilbo:
¡Bajo la Montaña tenebrosa y alta
el Rey ha regresado al palacio!
El enemigo ha muerto, el Gusano Terrible,
y así una vez y otra caerá el adversario.
La espada es afilada, y es larga la lanza,
veloz la flecha y fuerte la Puerta,
osado el corazón que mira el oro;
y ya nadie hará daño a los enanos.
Los enanos echaban hechizos poderosos,
mientras las mazas tañían como campanas,
en simas donde duermen unos seres oscuros,
en salas huecas bajo las montañas.
En collares de plata entretejían
la luz de las estrellas, en coronas colgaban
el fuego del dragón; de alambres retorcidos
arrancaban música a las arpas.
¡El trono de la Montaña otra vez liberado!
¡Atended la llamada, oh pueblo aventurero!
El rey necesita amigos y parientes,