Page 231 - El Hobbit
P. 231
Entonces Thorin tomó un arco de cuerno y disparó una flecha al que hablaba.
Golpeó con fuerza el escudo y allí se quedó clavada, temblando.
—Ya que ésta es tu respuesta —dijo el otro a su vez—, declaro la Montaña
sitiada. No saldréis de ella hasta que nos llaméis para acordar una tregua y
parlamentar. No alzaremos armas contra vosotros, pero os abandonamos a
vuestras riquezas. ¡Podéis comeros el oro, si queréis!
Los mensajeros partieron luego rápidamente y dejaron solos a los enanos.
Thorin tenía ahora una expresión tan sombría, que nadie se hubiera atrevido a
censurarlo, aunque la mayoría parecía estar de acuerdo con él, excepto quizá el
gordo Bombur, Fili, y Kili. Bilbo, por supuesto, desaprobaba del todo el cariz que
habían tomado las cosas. Ya estaba bastante más que harto de la Montaña, y no le
gustaba nada que lo sitiaran dentro de ella.
—Todo este lugar hiede aún a dragón —gruñó entre dientes—, y eso me pone
enfermo. Y además empiezo a notar que el cram se me queda pegado a la
garganta.