Page 233 - El Hobbit
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sentirán tanto los hombres como los elfos —dijo—, y es posible que no soporten
      quedarse en estas tierras baldías. Con mis amigos detrás y el invierno encima,
      quizá tengan una disposición de ánimo más flexible para parlamentar.
        Esa  noche  Bilbo  tomó  una  decisión.  El  cielo  estaba  negro  y  sin  luna.  Tan
      pronto  como  cayeron  las  tinieblas,  fue  hasta  el  rincón  de  una  cámara  interior
      junto a la entrada, y sacó una cuerda del hatillo, y también la Piedra del Arca
      envuelta  en  un  harapo.  Luego  trepó  al  parapeto.  Sólo  Bombur  estaba  allí  de
      guardia, pues los enanos vigilaban turnándose de uno en uno.
        —¡Qué frío horroroso! —dijo Bombur—. ¡Desearía tener una buena hoguera
      aquí arriba como la que ellos tienen en el campamento!
        —Dentro hace bastante calor —dijo Bilbo.
        —Lo creo; pero no puedo moverme de aquí hasta la medianoche —gruñó el
      enano gordo—. Un verdadero fastidio. No es que me atreva a disentir de Thorin,
      cuya barba crezca muchos años; aunque siempre fue un enano bastante tieso.
        —No tan tieso como mis piernas —dijo Bilbo—. Estoy cansado de escaleras
      y de pasadizos de piedra. Daría cualquier cosa por poner los pies en el pasto.
        —Yo daría cualquier cosa por echarme un trago de algo fuerte a la garganta,
      ¡y por una cama blanda después de una buena cena!
        —No puedo darte eso, mientras dure el sitio. Pero ya hace tiempo que fue mi
      turno de guardia, de modo que si quieres, puedo reemplazarte. No tengo sueño
      esta noche.
        —Eres  una  buena  persona,  señor  Bolsón,  y  aceptaré  con  gusto  tu
      ofrecimiento. Si ocurre algo grave, llámame primero, ¡acuérdate! Dormiré en la
      cámara interior de la izquierda, no muy lejos.
        —¡Lárgate!  —dijo  Bilbo—.  Te  despertaré  a  medianoche,  para  que  puedas
      despertar al siguiente vigía.
        Tan pronto como Bombur se hubo ido, Bilbo se puso el anillo, se ató la cuerda,
      se  deslizó  parapeto  abajo,  y  desapareció.  Tenía  unas  cinco  horas  por  delante.
      Bombur dormiría (podía dormirse en cualquier momento, y desde la aventura en
      el  bosque  estaba  siempre  tratando  de  recuperar  aquellos  hermosos  sueños);  y
      todos  los  demás  estaban  ocupados  con  Thorin.  Era  poco  probable  que  uno  de
      ellos, aún Fili o Kili, se acercase al parapeto hasta que les llegase el turno.
        Estaba muy oscuro, y al cabo de un rato, cuando abandonó la senda nueva y
      descendió hacia el curso inferior del arroyo, ya no reconoció el camino. Al fin
      llegó al recodo, y si quería alcanzar el campamento tenía que cruzar el agua. El
      lecho  del  río  era  allí  poco  profundo  pero  bastante  ancho,  y  vadearlo  en  la
      oscuridad no fue tarea nada fácil para el pequeño hobbit. Cuando ya estaba casi a
      punto de cruzarlo, perdió pie sobre una piedra redonda y cayó chapoteando en el
      agua  fría.  Apenas  había  alcanzado  la  orilla  opuesta,  tiritando  y  farfullando,
      cuando  en  la  oscuridad  aparecieron  unos  elfos,  llevando  linternas
      resplandecientes, en busca de la causa del ruido.
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