Page 232 - El Hobbit
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                     Un ladrón en la noche
      A hora los días se sucedían lentos y aburridos. Muchos de los enanos pasaban el
      tiempo apilando y clasificando el tesoro; y ahora Thorin hablaba de la Piedra del
      Arca de Thrain, y mandaba ansiosamente que la buscasen por todos los rincones.
        —Pues la Piedra del Arca de mi padre —decía— vale más que un río de oro,
      y para mí no tiene precio. De todo el tesoro esa piedra la reclamo para mí, y me
      vengaré de aquel que la encuentre y la retenga.
        Bilbo  oyó  estas  palabras  y  se  asustó,  preguntándose  qué  ocurriría  si
      encontraban la piedra, envuelta en un viejo hatillo de trapos harapientos que le
      servía de almohada. De todos modos nada dijo, pues mientras el cansancio de los
      días se hacía cada vez mayor, los principios de un plan se le iban ordenando en la
      cabecita.
        Las  cosas  siguieron  así  por  algún  tiempo  hasta  que  los  cuervos  trajeron
      nuevas de que Dain y más de quinientos enanos, apresurándose desde las Colinas
      de Hierro, estaban a unos dos días de camino de Valle, viniendo del nordeste.
        —Mas  no  alcanzarán  indemnes  la  Montaña  —dijo  Roäc—,  y  mucho  me
      temo que habrá batalla en el valle. No creo que convenga esa decisión. Aunque
      son  gente  ruda,  no  están  preparados  para  vencer  a  la  hueste  que  os  acosa;  y
      aunque así fuera, ¿qué ganaríais? El invierno y las nieves se dan prisa tras ellos.
      ¿Cómo os alimentaréis sin la amistad y hospitalidad de las tierras de alrededor? El
      tesoro puede ser vuestra perdición, ¡aunque el dragón ya no esté!
        Pero  Thorin  no  se  inmutó.  —La  mordedura  del  invierno  y  las  nieves  la
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