Page 240 - El Hobbit
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Las trompetas llamaron a hombres y elfos a las armas. Pronto vieron a los
      enanos,  que  subían  por  el  valle  a  buen  paso.  Se  detuvieron  entre  el  río  y  la
      estribación  del  este,  pero  unos  pocos  se  adelantaron,  cruzaron  el  río  y  se
      acercaron luego al campamento; allí depusieron las armas y alzaron las manos
      en señal de paz. Bardo salió a encontrarlos y fue Bilbo con él.
        —Nos envía Dain hijo de Nain —dijeron cuando se les preguntó—. Corremos
      junto  a  nuestros  parientes  de  la  Montaña,  pues  hemos  sabido  que  el  reino  de
      antaño  se  ha  renovado.  Pero  ¿quiénes  sois  vosotros  que  acampáis  en  el  llano
      como enemigos ante murallas defendidas? —Esto, naturalmente, en el lenguaje
      de entonces, cortés y bastante pasado de moda, significaba simplemente: « Aquí
      no  tenéis  nada  que  hacer.  Vamos  a  seguir,  o  sea  marchaos  o  pelearemos  con
      vosotros» . Se proponían seguir adelante, entre la Montaña y el recodo del agua,
      pues allí el terreno estrecho no parecía muy protegido.
        Por supuesto, Bardo se negó a permitir que los enanos fueran directamente a
      la Montaña. Estaba decidido a esperar a que trajesen fuera la plata y el oro, para
      ser cambiados por la Piedra del Arca, pues no creía que esto pudiera ocurrir una
      vez  que  aquella  numerosa  y  hosca  compañía  hubiera  llegado  a  la  fortaleza.
      Habían traído consigo gran cantidad de suministros, pues los enanos son capaces
      de soportar cargas muy pesadas, y casi toda la gente de Dain, a pesar de que
      habían marchado a paso vivo, llevaba a hombros unos fardos enormes, que se
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