Page 98 - El Hobbit
P. 98

Mientras,  allá  abajo,  los  trasgos  y  los  lobos  se  habían  dispersado  en  los
      bosques.  Unas  cuantas  águilas  estaban  todavía  trazando  círculos  y  cerniéndose
      sobre  el  campo  de  batalla.  De  pronto  las  llamas  de  los  árboles  se  alzaron  por
      encima  de  las  ramas  más  altas.  Subieron  con  un  fuego  crepitante,  y  hubo  un
      estallido  de  chispas  y  humo.  ¡Bilbo  había  escapado  justo  a  tiempo!  Pronto  las
      luces del incendio fueron tenues allá abajo; un parpadeo rojo en el suelo negro; y
      las águilas volaban muy alto, elevándose todo el tiempo en círculos amplios y
      majestuosos. Bilbo nunca olvidó aquel vuelo, abrazado a los tobillos de Dori.
        —¡Mis brazos, mis brazos! —gemía Bilbo, y mientras tanto Dori plañía:
        —¡Mis pobres piernas, mis pobres piernas!
        En  el  mejor  de  los  casos  las  alturas  le  daban  vértigo  a  Bilbo.  Bastaba  que
      mirase desde el borde de un risco pequeño para que se sintiera mareado. Nunca
      le habían gustado las escaleras, y mucho menos los árboles (antes nunca había
   93   94   95   96   97   98   99   100   101   102   103