Page 1128 - El Señor de los Anillos
P. 1128
—¿Salvar a Otho? ¿Pero qué demonios quieres decir? —preguntó Pippin—.
Destruirlo, diría yo.
—Me parece que tú no comprendes bien lo que sucede, Pippin —dijo Frodo
—. Otho nunca tuvo la intención de que las cosas llegaran a este extremo. Ha sido
un tonto y un malvado, y ahora está en una trampa. Los bandidos han tomado las
riendas, recolectando, robando y abusando, y manejando o destruyendo las
cosas a gusto de ellos, y en nombre de él. Y ni siquiera en nombre de él por
mucho tiempo más. Ahora es un prisionero en Bolsón Cerrado, y ha de estar
muy atemorizado, me imagino. Tendríamos que intentar rescatarlo.
—¡Esto sí que es inaudito! —exclamó Pippin—. Como broche de oro de
nuestros viajes, nunca me lo habría imaginado: venir a combatir con bandidos y
con semiorcos en la Comarca misma… ¡para salvar a Otho Granujo!
—¿Combatir? —dijo Frodo—. Bueno, supongo que podría llegarse a eso. Pero
recordad: no ha de haber matanza de hobbits, por más que se hayan pasado al
otro bando. Que se hayan pasado de verdad, quiero decir: no que obedezcan por
temor a las órdenes de los bandidos. Jamás en la Comarca un hobbit mató a otro
hobbit con intención, y no vamos a empezar ahora. Y en la medida en que pueda
evitarse, no se matará a nadie. Así que conservad la calma hasta el final.
—Pero si hay muchos de estos bandidos —dijo Merry—, tendrá que haber
lucha. Con sentirte horrorizado y triste, no rescatarás a Otho, ni salvarás a la
Comarca, mi querido Frodo.
—No —dijo Pippin—. No será tan fácil amedrentarlos de nuevo. Esta vez los
tomamos por sorpresa. ¿Oíste sonar los cuernos? Es indudable que andan otros
por las cercanías. Y cuando sean más numerosos, se sentirán mucho más
audaces. Tendríamos que buscar algún sitio donde refugiarnos esta noche. Al fin
y al cabo no somos más que cuatro, aunque estemos armados.
—Se me ocurre una idea —dijo Sam—. ¡Vayamos a casa del viejo Tom
Coto, allá abajo, en el Sendero del Sur! Siempre fue de agallas. Y tiene un
montón de hijos que toda la vida fueron amigos míos.
—¡No! —dijo Merry—. No tiene sentido « refugiarse» . Eso es lo que la
gente ha estado haciendo, y lo que a los bandidos les gusta. Caerán sobre nosotros
en pandilla, nos acorralarán, y nos obligarán a salir por la fuerza; o nos quemarán
vivos. No, tenemos que hacer algo, y pronto.
—¿Hacer qué? —dijo Pippin.
—¡Sublevar a toda la Comarca! —dijo Merry—. ¡Ahora! ¡Despertar a todo
el mundo! ¡Odian todo esto, es evidente!; todos, excepto tal vez uno o dos
bribones, y unos pocos imbéciles que quieren sentirse importantes, pero que en
realidad no entienden nada de lo que está pasando. Pero la gente de la Comarca
ha vivido tan cómoda y tranquila durante tanto tiempo que no sabe qué hacer. Sin
embargo, una chispa bastará para encender todos los ánimos. Los Hombres del
Jefe tienen que saberlo. Tratarán de aplastarnos y eliminarnos rápidamente. Nos