Page 1144 - El Señor de los Anillos
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                      Los Puertos Grises
      Poner  orden  en  el  desbarajuste  les  costó  mucho  trabajo,  pero  llevó  menos
      tiempo  del  que  Sam  había  temido.  Al  día  siguiente  de  la  batalla  Frodo  fue  a
      Cavada  Grande  y  liberó  a  los  presos  de  las  Celdas.  Uno  de  los  primeros  que
      encontraron fue el pobre Fredegar Bolger, ya no más el Gordo Bolger. Lo habían
      tomado  prisionero  en  los  Tejones,  cerca  de  las  colinas  de  Scary,  cuando  los
      bandidos habían fumigado el refugio de un grupo de rebeldes que él encabezaba.
        —¡A  fin  de  cuentas  te  hubiera  convenido  venir  con  nosotros,  pobre  viejo
      Fredegar! —dijo Pippin, mientras lo llevaban, pues estaba demasiado débil para
      caminar.
        Fredegar abrió un ojo y valientemente trató de sonreír.
        —¿Quién  es  este  joven  gigante  de  voz  potente?  —musitó—.  ¡No  será  el
      pequeño Pippin! ¿Qué número de sombrero calzas ahora?
        Luego  encontraron  a  Lobelia.  Estaba  muy  envejecida  la  pobre,  cuando  la
      sacaron de un calabozo oscuro y estrecho. Pero ella se empeñó en salir con sus
      propias piernas, cojeando y tambaleándose; y cuando apareció apoyada en el
      brazo de Frodo, con el paraguas siempre apretado en la mano, fue tan calurosa la
      acogida, y hubo tantas ovaciones y tantos aplausos que se deshizo en lágrimas.
      Nunca en su vida había sido tan popular. Pero la noticia del asesinato de Otho la
      trastornó  a  tal  punto  que  no  quiso  volver  nunca  más  a  Bolsón  Cerrado.  Se  lo
      devolvió a Frodo y se fue a vivir con su familia, los Ciñatiesa de Casadura.
        Y cuando murió la pobre criatura en la primavera siguiente —al fin y al cabo
      ya  tenía  más  de  cien  años—,  Frodo  se  enteró,  sorprendido  y  profundamente
      conmovido, de que le había dejado todo su dinero y el de Otho para que ayudase
      a los hobbits a quienes las calamidades de la Comarca habían dejado sin hogar. Y
      así terminó aquella larga enemistad.
        El viejo Will Pieblanco había estado encerrado en las Celdas más tiempo que
      todos, y aunque tal vez lo maltrataran menos, necesitaba comer mucho antes de
      volver  a  la  alcaldía,  y  Frodo  aceptó  el  cargo  de  suplente  hasta  que  el  señor
      Pieblanco  estuviese  de  nuevo  en  condiciones.  Lo  único  que  hizo  durante  su
      mandato fue reducir el número de los Oficiales de la Comarca, y limitarles las
      funciones a lo que era adecuado y normal. El cometido de echar del país a los
      últimos rufianes fue confiado a Merry y a Pippin, y cumplido rápidamente. Las
      pandillas  que  se  habían  refugiado  en  el  sur,  al  tener  noticias  de  la  Batalla  de
      Delagua, huyeron ofreciendo poca resistencia al Thain. Antes de Fin de Año los
      contados  sobrevivientes  quedaron  cercados  en  los  bosques,  y  aquellos  que  se
      rindieron fueron puestos en las fronteras.
        Mientras  tanto,  los  trabajos  de  restauración  avanzaban  con  rapidez  y  Sam
      estaba siempre ocupado. Los hobbits son laboriosos como las abejas, cuando la
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