Page 187 - El Señor de los Anillos
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—¿Él lo dijo? ¿Y quién era él? —preguntó Frodo muy interesado.
—¡Ah! Era Gandalf, si usted sabe a quién me refiero. Un mago dicen que es,
pero buen amigo mío, cierto o no cierto. Pero ahora no sé qué me dirá, si lo veo
de nuevo: me agriará toda la cerveza o me cambiará en un trozo de madera, no
me sorprendería. Es de temperamento vivo. Sin embargo, lo que está hecho no
puede deshacerse.
—Bueno, ¿qué ha hecho usted? —dijo Frodo impacientándose ante la lentitud
con que se desarrollaban los pensamientos de Mantecona.
—¿Dónde estaba? —preguntó el posadero haciendo una pausa y
castañeteando los dedos—. ¡Ah, sí! El viejo Gandalf. Hace tres meses entró
directamente en mi cuarto sin llamar a la puerta. Cebadilla, me dijo, salgo a la
mañana. ¿Quieres hacerme un favor? Lo que tú quieras, dije. Tengo prisa, dijo él,
y me falta tiempo pero quiero que lleven un mensaje a la Comarca. ¿Tienes a
alguien a quien mandar y que sea seguro que llegue? Puedo encontrar a alguien,
dije, mañana quizás, o pasado mañana. Que sea mañana, me dijo, y luego me dio
una carta.
» La dirección es bastante clara —dijo Mantecona sacando una carta del
bolsillo y leyendo la dirección lenta y orgullosamente (tenía reputación de
hombre de letras)—: Señor Frodo Bolsón, Bolsón Cerrado, Hobbiton, en la
Comarca.
—¡Una carta para mí de Gandalf! —gritó Frodo.
—¡Ah! —dijo el señor Mantecona—. ¿Entonces el verdadero nombre de
usted es Bolsón?
—Sí —dijo Frodo—, y será mejor que me dé esa carta en seguida y me
explique por qué nunca la envió. Esto es lo que vino a decirme, supongo, aunque
le llevó mucho tiempo.
El pobre señor Mantecona parecía turbado.
—Tiene razón, señor —dijo—, y le pido que me disculpe. Tengo un miedo
mortal de lo que diría Gandalf, si he causado algún daño. Pero no la he retenido a
propósito. La puse a buen recaudo, pero luego no encontré a nadie que quisiera ir
a la Comarca al día siguiente, ni al otro día y mi gente no estaba disponible y
luego vino una cosa detrás de la otra y me olvidé. Soy un hombre ocupado. Haré
todo lo que pueda para enderezar el entuerto y si puedo ayudar en algo, dígamelo
por favor.
» Aparte de la carta, a Gandalf le prometí lo mismo. Cebadilla, me dijo, este
amigo mío de la Comarca puede venir pronto por aquí, él y otro. Se hará llamar
Sotomonte. ¡No lo olvides! Y no tienes nada que preguntarme. Si yo no estoy con
él, quizás esté en dificultades y podrá necesitar ayuda. Haz lo que puedas por él y
te lo agradecerá, me dijo. Y aquí está usted y las dificultades no están lejos,
parece.