Page 270 - El Señor de los Anillos
P. 270
y las sombras se pasearon entre sus ruinas.
» Así ha sido durante muchas generaciones. Pero los Señores de Minas Tirith
continúan luchando, desafiando a nuestros enemigos, guardando el pasaje del río,
desde Argonath al mar. Y ahora la parte de la historia que a mí me toca ha
llegado a su fin. Pues en los días de Isildur el Anillo Soberano desapareció y
nadie sabía dónde estaba, y los Tres se libraron del dominio del Único. Pero en
los últimos tiempos se encuentran en peligro una vez más, pues muy a nuestro
pesar el Único ha sido descubierto de nuevo. Del descubrimiento del Anillo
hablarán otros, pues en esto he intervenido poco.
Elrond dejó de hablar y en seguida Boromir se puso de pie, alto y orgulloso.
—Permitidme ante todo, señor Elrond —comenzó—, decir algo más de
Gondor, pues yo vengo en verdad del país de Gondor. Y será bueno que todos
sepan lo que pasa allí. Pues son pocos, creo, los que conocen nuestra ocupación
principal y no sospechan por lo tanto el peligro que corren, si acaso somos
vencidos.
» No creáis que en las tierras de Gondor se haya extinguido la sangre de
Númenor, ni que todo el orgullo y la dignidad de aquel pueblo hayan sido
olvidados. Nuestro valor ha contenido a los bárbaros del Este y al terror de
Morgul, y sólo así han sido aseguradas la paz y la libertad en las tierras que están
detrás de nosotros, el baluarte del Oeste. Pero si ellos tomaran los pasos del río,
¿qué ocurriría?
» Sin embargo esta hora, quizá, no esté muy lejos. El Enemigo Sin Nombre
ha aparecido otra vez. El humo se alza una vez más del Orodriun, que nosotros
llamamos Montaña del Destino. El poder de la Tierra Tenebrosa crece día a día,
acosándonos. El enemigo volvió y nuestra gente tuvo que retirarse de Ithilien,
nuestro hermoso dominio al este del río, aunque conservamos allí una cabeza de
puente y un grupo armado. Pero este mismo año, en junio, nos atacaron de
pronto, desde Mordor, y nos derrotaron con facilidad. Eran más numerosos que
nosotros, pues Mordor se ha aliado a los Hombres del Este y a los crueles
Haradrim, pero no fue el número lo que nos derrotó. Había allí un poder que no
habíamos sentido antes.
» Algunos dijeron que se lo podía ver, como un gran jinete negro, una sombra
oscura bajo la luna. Cada vez que aparecía, una especie de locura se apoderaba
de nuestros enemigos, pero los más audaces de nosotros sentían miedo, de modo
que los caballos y los hombres cedían y escapaban. De nuestras fuerzas
orientales sólo una parte regresó, destruyendo el único puente que quedaba aún
entre las ruinas de Osgiliath.
» Yo estaba en la compañía que defendió el puente, hasta que lo
derrumbamos detrás de nosotros. Sólo cuatro nos salvamos, nadando: mi
hermano y yo, y otros dos. Pero continuamos la lucha, defendiendo toda la costa