Page 560 - El Señor de los Anillos
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pie brotaba, de una piedra tallada en forma de cabeza de caballo, un manantial
claro; y más abajo una gran cuenca desde donde el agua se vertía para ir a
alimentar el arroyo. Una ancha y alta escalinata de piedra subía a la terraza y a
cada lado del último escalón había sitiales tallados en la piedra. En ellos estaban
sentados otros guardias, las espadas desnudas sobre las rodillas. Los cabellos
dorados les caían en trenzas sobre los hombros y un sol blasonaba los escudos
verdes; las largas corazas bruñidas resplandecían, y cuando se pusieron de pie
parecieron de estatura más alta que los hombres mortales.
—Ya estáis frente a las puertas —les dijo el guía—. Yo he de volver a montar la
guardia. Adiós. ¡Y que el Señor de la Marca os sea benévolo!
Dio media vuelta y regresó rápidamente camino abajo.
Los viajeros subieron la larga escalera, bajo la mirada vigilante de los
guardias, que permanecieron de pie en silencio hasta el momento en que Gandalf
puso el pie en la terraza pavimentada. Entonces, de pronto, con voz clara,
pronunciaron una frase de bienvenida en la lengua de los jinetes.
—Salve, extranjeros que venís de lejos —dijeron, volviendo hacia los
viajeros la empuñadura de las espadas en señal de paz. Las gemas verdes
centellearon al sol. Luego uno de los hombres se adelantó y les habló en la
Lengua Común.
—Yo soy el Ujier de Armas de Théoden —dijo—. Me llamo Háma. He de
pediros que dejéis aquí vuestras armas antes de entrar.
Legolas le entregó el puñal de empuñadura de plata, el arco y el carcaj.
—Guárdalos bien —le dijo—, pues provienen del Bosque Dorado y me los ha
regalado la Dama de Lothlórien.
El guarda lo miró asombrado; rápidamente dejó las armas contra el muro,
como temeroso.
—Nadie las tocará, te lo prometo —dijo. Aragorn titubeó un momento.
—No deseo desprenderme de mi espada —dijo—, ni confiar Andúril a las
manos de algún otro hombre.
—Es la voluntad de Théoden —dijo Háma.
—No veo por qué la voluntad de Théoden hijo de Thengel, por más que sea el
Señor de la Marca, ha de prevalecer sobre la de Aragorn hijo de Arathorn,
heredero de Elendil, Señor de Gondor.
—Esta es la casa de Théoden, no la de Aragorn, aunque sea Rey de Gondor y
ocupe el trono de Denethor —dijo Háma, corriéndose con presteza hasta las
puertas para cerrarle el paso. Ahora esgrimía la espada y apuntaba con ella a los
viajeros.
—Todo esto son palabras ociosas —dijo Gandalf—. Vana es la exigencia de
Théoden, pero también lo es que rehusemos. Un rey es dueño de hacer lo que le