Page 631 - El Señor de los Anillos
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Bárbol reapareció. Oímos cómo zumbaba y nos llamaba.
        » "He  venido  sólo  a  ver  cómo  estáis,  mis  muchachos"  dijo,  "y  a  traeros
      algunas noticias. Los ucornos han regresado. Todo marcha bien; ¡sí, muy bien en
      verdad!".  Rió  y  se  palmeó  los  muslos.  "No  más  Orcos  en  Isengard,  ¡no  más
      hachas! Y llegarán gentes del sur antes que acabe el día; gentes que quizás os
      alegre volver a ver."
        » "No bien había dicho estas palabras, cuando oímos un ruido de cascos en el
      camino.  Nos  precipitamos  fuera  de  las  puertas  y  me  detuve  a  mirar,  con  la
      certeza  de  ver  avanzar  a  Trancos  y  Gandalf  cabalgando  a  la  cabeza  de  un
      ejército. Pero el que salió de la bruma fue un hombre montado en un caballo
      viejo y cansado; y también él parecía ser un personaje extraño y tortuoso. No
      había  nadie  más.  Cuando  salió  de  la  niebla  y  vio  ante  él  toda  aquella  ruina  y
      desolación, se quedó como petrificado y boquiabierto, y la cara se le puso casi
      verde.  Estaba  tan  azorado  que  al  principio  ni  siquiera  pareció  advertir  nuestra
      presencia. Cuando por fin nos vio, dejó escapar un grito, y trató de que el caballo
      diera media vuelta para huir al galope. Pero Bárbol dio tres zancadas, extendió un
      brazo larguísimo y lo levantó de la montura. El caballo escapó aterrorizado y el
      jinete fue a parar al suelo. Dijo ser Grima, amigo y consejero del rey, y que
      había sido enviado con mensajes importantes de Théoden para Saruman.
        » "Nadie  se  atrevía  a  cabalgar  por  campo  abierto,  plagado  como  está  de
      orcos inmundos" dijo, "y me enviaron a mí. Y el viaje ha sido peligroso y estoy
      hambriento  y  cansado.  Tuve  que  desviarme  hacia  el  norte,  lejos  de  mi  ruta,
      perseguido por los lobos".
        « Advertí  las  miradas  de  soslayo  que  le  echaba  a  Bárbol  y  dije  para  mis
      adentros  "mentiroso".  Bárbol  lo  observó  con  su  mirada  larga  y  lenta  durante
      varios minutos, hasta que el desdichado se retorció por el suelo. Entonces, al fin,
      habló  Bárbol:  "Ah,  hm,  a  ti  te  esperaba,  Señor  Lengua  de  Serpiente."  Al  oírse
      llamar así, el hombre se sobresaltó. "Gandalf llegó aquí primero, de modo que sé
      de ti todo cuanto necesito saber y sé también qué he de hacer contigo. Pon todas
      las ratas juntas en una ratonera, me dijo Gandalf; y eso es lo que haré. Yo soy
      ahora el amo de Isengard, pero Saruman está encerrado en la torre; y puedes ir
      allí y darle todos los mensajes que se te ocurran."
        » "¡Dejadme  ir,  dejadme  ir!",  dijo  Lengua  de  Serpiente.  "Conozco  el
      camino."
        » "Conocías  el  camino,  no  lo  dudo",  dijo  Bárbol.  "Pero  las  cosas  han
      cambiado un poco por estos sitios. ¡Ve y verás!"
        » Soltó  a  Lengua  de  Serpiente,  que  echó  a  andar  cojeando  a  través  de  la
      arcada, seguido por nosotros de cerca, hasta que llegó al interior del círculo y
      pudo ver las inundaciones que se extendían entre él y Orthanc. Entonces se volvió
      a nosotros.
        » "Dejadme ir", lloriqueó. "¡Dejadme ir! Ahora mis mensajes son inútiles."
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