Page 637 - El Señor de los Anillos
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aún por la bella apostura que distingue a los miembros de la casa de Eorl. ¡Oh
      digno hijo de Thengel el Tres Veces Famoso! ¿Por qué no has venido antes, en
      calidad  de  amigo?  ¡Cuánto  he  deseado  verte,  oh  rey,  el  más  poderoso  de  las
      tierras  occidentales!  Y  más  aún  en  estos  últimos  años,  para  salvarte  de  los
      consejos imprudentes y perniciosos que te asediaban. ¿Será ya demasiado tarde?
      No obstante las injurias de que he sido víctima y de las que los hombres de Rohan
      han sido ¡ay! en parte responsables, aún quisiera salvarte de la ruina que caerá
      inexorable sobre ti si no abandonas la senda que has tomado. Ahora en verdad
      sólo yo puedo ayudarte.
        Théoden  abrió  la  boca  como  si  fuera  a  hablar,  pero  no  dijo  nada.  Miró
      primero a Saruman, quien lo observaba desde el balcón con ojos profundos y
      solemnes, y luego a Gandalf, a su lado; parecía indeciso. Gandalf no se inmutó;
      inmóvil y silencioso como si fuera de piedra, parecía aguardar pacientemente
      una llamada que no llegaba aún.
        En  el  primer  momento  los  caballeros  se  agitaron  y  aprobaron  con  un
      murmullo las palabras de Saruman; luego también ellos callaron, como bajo los
      efectos  de  algún  sortilegio.  « Gandalf» ,  pensaban,  « nunca  había  exhortado  a
      Théoden  con  palabras  tan  justas  y  tan  hermosas» .  Rudas  y  viciadas  por  la
      soberbia les parecían ahora las prédicas de Gandalf. Y una sombra empezó a
      oscurecerles  los  corazones,  el  temor  de  un  gran  peligro:  el  final  de  la  Marca
      hundida en el abismo de tinieblas al que Gandalf parecía arrastrarla, mientras
      Saruman entreabría la puerta de la salvación, por la que entraba ya un rayo de
      luz. Hubo un silencio tenso y prolongado.
        Fue Gimli el enano quien lo rompió súbitamente.
        —Las palabras de este mago no tienen pies ni cabeza —gruñó, a la vez que
      echaba mano al mango del hacha—. En la lengua de Orthanc ayuda es sinónimo
      de ruina y salvación significa asesinato, eso es claro como el agua. Pero nosotros
      no hemos venido aquí a mendigar favores.
        —¡Paz!  —dijo  Saruman,  y  por  un  instante  la  voz  fue  menos  suave  y  un
      resplandor fugaz le iluminó los ojos—. Aún no me he dirigido a ti, Gimli hijo de
      Glóin —dijo—. Lejos está tu casa y poco te conciernen los problemas de este
      país. No te has visto envuelto en ellos por tu propia voluntad, de modo que no voy
      a  reprocharte  ese  discurso,  un  discurso  muy  valiente,  no  lo  dudo.  Pero  te  lo
      ruego, permíteme hablar primero con el Rey de Rohan, mi vecino y mi amigo
      en otros tiempos.
        » ¿Qué  tienes  que  decir,  Rey  Théoden?  ¿Quieres  la  paz  conmigo  y  toda  la
      ayuda que pueda brindarte mi sabiduría, adquirida a lo largo de muchos años?
      ¿Quieres que aunemos nuestros esfuerzos para luchar contra estos días infaustos
      y  reparar  nuestros  daños  con  tanta  buena  voluntad  que  estas  tierras  puedan
      reverdecer más hermosas que nunca?
        Théoden continuaba callado. Nadie podía saber si luchaba contra la cólera o
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