Page 743 - El Señor de los Anillos
P. 743

oscuras de los siempre verdes bosques de Ithilien.
        Sam no había intervenido en la conversación, pero la había escuchado; y al
      mismo tiempo había prestado atención, con su aguzado oído de hobbit, a todos los
      rumores y ruidos ahogados del bosque. Una cosa había notado, que en toda la
      conversación  el  nombre  de  Gollum  no  se  había  mencionado  una  sola  vez.  Se
      alegraba,  aunque  le  parecía  que  era  demasiado  esperar  no  volver  a  oírlo  de
      nuevo. Pronto advirtió también que aunque iban solos, había muchos hombres en
      las cercanías: no solamente Damrod y Mablung, que aparecían y desaparecían
      entre  las  sombras  delante  de  ellos,  sino  otros  a  la  izquierda  y  la  derecha,
      encaminándose furtiva y rápidamente a algún sitio señalado.
        Una vez, al volver bruscamente la cabeza, como si una picazón en la piel le
      advirtiera que  alguien  lo  observaba, creyó entrever  una  pequeña  forma negra
      que se escabullía por detrás del tronco de un árbol. Abrió la boca para hablar y la
      cerró otra vez. « No estoy seguro» , se dijo, « ¿y para qué recordarles a ese viejo
      bribón, si ellos han preferido olvidarlo? ¡Ojalá yo también lo olvidara!» .
      Así continuaron la marcha, hasta que la espesura del bosque empezó a ralear, y
      el terreno a descender en barrancas más empinadas. Dieron vuelta una vez más,
      a  la  derecha,  y  no  tardaron  en  llegar  a  un  pequeño  río  que  corría  por  una
      garganta  estrecha:  era  el  mismo  arroyo  que  nacía,  mucho  más  arriba,  en  la
      cuenca  redonda,  y  que  ahora  serpeaba  en  un  rápido  torrente,  por  un  lecho
      profundamente  hendido  y  muy  pedregoso,  bajo  las  ramas  combadas  de  los
      acebos y el oscuro follaje del boj. Mirando hacia el oeste podían ver, más abajo,
      envueltas en una bruma luminosa, tierras bajas y vastas praderas, y centelleando
      a lo lejos a la luz del sol poniente las aguas anchas del Anduin.
        —Aquí,  lamentablemente,  cometeré  con  vosotros  una  descortesía  —dijo
      Faramir—.  Espero  que  sabréis  perdonarla  en  quien  hasta  ahora  ha  desechado
      órdenes  en  favor  de  buenos  modales  a  fin  de  no  mataros  ni  amarraros  con
      cuerdas. Pero un mandamiento riguroso exige que ningún extranjero, aun cuando
      fuese uno de Rohan que lucha en nuestras filas, ha de ver el camino por el que
      ahora avanzamos con los ojos abiertos. Tendré que vendaros.
        —Como gustes —dijo Frodo—. Hasta los elfos lo hacen cuando les parece
      necesario,  y  con  los  ojos  vendados  cruzamos  las  fronteras  de  la  hermosa
      Lothlórien. Gimli el enano lo tomó a mal, pero los hobbits lo soportaron.
        —El lugar al que os conduciré no es tan hermoso —dijo Faramir—. Pero me
      alegra que lo aceptéis de buen grado y no por la fuerza.
        Llamó por lo bajo, e inmediatamente Mablung y Damrod salieron de entre
      los árboles y se acercaron de nuevo a ellos.
        —Vendadles los ojos a estos huéspedes —dijo Faramir—. Fuertemente, pero
      sin  incomodarlos.  No  les  atéis  las  manos.  Prometerán  que  no  tratarán  de  ver.
      Podría  confiar  en  que  cerrasen  los  ojos  voluntariamente,  pero  los  ojos
   738   739   740   741   742   743   744   745   746   747   748