Page 749 - El Señor de los Anillos
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» La  muerte  siempre  estaba  presente,  porque  los  númenoreanos,  como  lo
      hicieran en su antiguo reino, que así habían perdido, ambicionaban aún una vida
      eternamente  inmutable.  Los  reyes  construían  tumbas  más  espléndidas  que  las
      casas en que habitaban, y en sus árboles genealógicos los nombres del pasado les
      eran  más  caros  que  los  de  sus  propios  hijos.  Señores  sin  descendencia
      holgazaneaban  en  antiguos  castillos  sin  otro  pensamiento  que  la  heráldica;  en
      cámaras  secretas  los  ancianos  decrépitos  preparaban  elixires  poderosos,  o  en
      torres altas y frías interrogaban a las estrellas. Y el último rey de la dinastía de
      Anarion no tenía heredero.
        » Pero  los  senescales  fueron  más  sabios  y  más  afortunados.  Más  sabios,
      porque reclutaron las fuerzas de nuestro pueblo entre la gente robusta de la costa
      marítima  y  entre  los  intrépidos  montañeses  de  Ered  Nimrais.  Y  pactaron  una
      tregua con los orgullosos pueblos del Norte, que a menudo nos habían atacado,
      hombres de un coraje feroz, pero nuestros parientes muy lejanos, a diferencia de
      los salvajes Hombres del Este o los crueles Haradrim.
        « Ocurrió entonces que en los días de Cirion, el Duodécimo Senescal (y mi
      padre es el Vigesimosexto), acudieron en nuestra ayuda y en el gran Campo de
      Celebrant  destruyeron  al  enemigo  que  se  había  apoderado  de  las  provincias
      septentrionales. Estos son los Rohirrim, como nosotros los llamamos, señores de
      caballos,  y  a  ellos  les  cedimos  las  tierras  de  Calenardhon  que  desde  entonces
      llevan  el  nombre  de  Rohan:  pues  ya  en  tiempos  remotos  esa  provincia  estaba
      escasamente  poblada.  Y  se  convirtieron  en  nuestros  aliados  y  siempre  se  han
      mostrado  leales,  ayudándonos  en  momentos  de  necesidad,  y  custodiando
      nuestras fronteras en el Paso de Rohan.
        » De nuestras tradiciones y costumbres han aprendido lo que quisieron, y sus
      señores  hablan  nuestra  lengua  si  es  preciso;  pero  en  general  conservan  las
      costumbres y tradiciones del pasado; y entre ellos hablan en la lengua nórdica
      que  les  es  propia.  Y  nosotros  los  amamos:  hombres  de  elevada  estatura  y
      mujeres hermosas, valientes todos por igual, fuertes, de cabellos dorados y ojos
      brillantes, nos recuerdan la juventud de los hombres, como eran en los Tiempos
      Antiguos. Y en verdad, nuestros maestros de tradición dicen que tienen de antiguo
      esta  afinidad  con  nosotros  porque  provienen  de  las  mismas  Tres  Casas  del
      Hombre,  como  los  númenoríanos:  no  de  Hador  el  de  los  Cabellos  de  Oro,  el
      amigo  de  los  elfos,  tal  vez,  sino  de  aquellos  hijos  y  súbditos  de  Hador  que  no
      atravesaron el Mar rumbo al Oeste, desoyendo la llamada.
        » Pues así denominamos a los hombres en nuestra tradición, llamándolos los
      Altos, o los Hombres del Oeste, que eran los númenorianos; y los Pueblos del
      Medio, los Hombres del Crepúsculo, como los Rohirrim y las gentes como ellos
      que  habitan  aún  muy  lejos  en  el  Norte;  y  los  Salvajes,  los  Hombres  de  la
      Oscuridad.
        » Pero si con el tiempo los Rohirrim han empezado a parecerse en algunos
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