Page 750 - El Señor de los Anillos
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aspectos a nosotros, aficionándose a las artes y a maneras más atemperadas,
también nosotros hemos empezado a parecemos a ellos, y ya casi no podemos
reclamar el título de Altos. Nos hemos transformado en Hombres del Medio, del
Crepúsculo, pero con el recuerdo de otras cosas. De los Rohirrim hemos
aprendido a amar la guerra y el coraje como cosas buenas en sí mismas, juego
y meta a la vez; y aunque todavía pensamos que un guerrero ha de tener
inteligencia y conocimientos, y no sólo dominar el manejo de las armas y el arte
de matar, consideramos no obstante al guerrero superior a los hombres de otras
profesiones. Así lo exigen las necesidades de nuestros tiempos. Guerrero era
también mi hermano, Boromir: un hombre intrépido, considerado por su temple
como el mejor de Gondor. Y era muy valiente: en muchos años no hubo en
Minas Tirith un heredero como él, tan resistente a la fatiga, tan denodado en la
batalla, ninguno capaz de arrancar del Gran Cuerno una nota más poderosa—.
Faramir suspiró y durante un rato guardó silencio.
—No habla usted mucho de los elfos en sus relatos, señor —dijo Sam, armándose
súbitamente de coraje. Había notado que Faramir aludía a los elfos con
reverencia, y esto, aún más que la cortesía con que trataba a los hobbits, y la
comida y el vino que les ofreciera, le había ganado el respeto de Sam, menos
receloso ahora.
—No, en efecto, maese Samsagaz —dijo Faramir—, pues no soy versado en
la tradición élfica. Pero has tocado aquí otro aspecto en el que también hemos
cambiado, en la declinación que va de Númenor a la Tierra Media. Sabrás tal
vez, si Mithrandir fue compañero vuestro y si habéis hablado con Elrond, que los
Edain, los Padres de los Númenorianos, combatieron junto a los elfos en las
primeras guerras, y recibieron en recompensa el reino que está en el centro
mismo del Mar, a la vista del Hogar de los Elfos. Pero en la Tierra Media los
hombres y los elfos se distanciaron en días de oscuridad, a causa de los ardides
del enemigo y de las lentas mutaciones del tiempo, pues cada especie se alejó
cada vez más por caminos divergentes. Ahora los hombres temen a los elfos y
desconfían de ellos, aunque bien poco los conocen. Y nosotros, los de Gondor, nos
estamos pareciendo a los otros hombres, pues hasta los Hombres de Rohan, que
son los enemigos del Señor Oscuro, evitan a los elfos y hablan del Bosque de Oro
con terror.
» Sin embargo aún entre nosotros hay quienes tienen tratos con los elfos,
cuando pueden, y de vez en cuando algunos viajan secretamente a Lorien, de
donde rara vez retornan. Yo no. Porque considero que es hoy peligroso para un
mortal ir voluntariamente en busca de las Gentes Antiguas. Sin embargo envidio
de veras que hayas hablado con la Dama Blanca.
—¡La Dama de Lorien! ¡Galadriel! —exclamó Sam—. Tendría usted que
verla, ah, por cierto que tendría que verla, señor. Yo no soy más que un hobbit, y