Page 752 - El Señor de los Anillos
P. 752
por la fuerza? ¿Y vosotros escapasteis? ¿Y habéis corrido tanto camino… para
llegar a mí? Y aquí os tengo, en estas soledades: dos medianos, y una hueste de
hombres a mi servicio, y el Anillo de los Anillos. ¡Un golpe de suerte! Una buena
oportunidad para Faramir de Gondor de mostrar su nobleza. ¡Ah! Se incorporo
muy erguido, muy alto y grave, los ojos grises centelleando.
Frodo y Sam saltaron de sus taburetes y se pusieron lado a lado de espaldas al
muro, buscando a tientas la empuñadura de las espadas. Hubo un silencio. Todos
los hombres reunidos en la caverna dejaron de hablar y los miraron con
asombro. Pero Faramir volvió a sentarse y se echó a reír quedamente, y luego,
de pronto pareció grave otra vez.
—¡Ay desdichado Boromir! ¡Fue una prueba demasiado dura! —dijo—. Cuánto
habéis acrecentado mi tristeza, vosotros dos ¡extraños peregrinos de un país
lejano, portadores del peligro de los hombres! Pero juzgáis peor a los hombres
que yo a los medianos. Nosotros, los Hombres de Gondor, decimos la verdad.
Nos jactamos rara vez pero entonces actuamos o morimos intentándolo. No lo
recogería ni si lo viese tirado a la orilla del camino, dije. Aunque fuese hombre
capaz de codiciar ese objeto, aunque cuando lo dije no sabía qué era, de todos
modos consideraría esas palabras como un juramento, y a ellas me atengo.
» Mas no soy ese hombre. O soy quizá bastante prudente para saber que el
hombre ha de evitar ciertos peligros. ¡Descansad en paz! Y tú, Samsagaz,
tranquilízate. Si crees haber flaqueado, piensa que estaba escrito que así habría de
ser. Tu corazón es tan perspicaz como fiel, y él vio más claro que tus ojos. Por
extraño que pueda parecer, no hay peligro alguno en que me lo hayas dicho.
Hasta podría ayudar al amo a quien tanto quieres. Puede ser favorable para él, si
está a mi alcance. Tranquilízate entonces. Pero nunca más vuelvas a nombrar
esa cosa en voz alta. ¡Basta una vez!
Los hobbits volvieron a sus taburetes y se sentaron en silencio. Los hombres
retornaron a la bebida y la charla, suponiendo que el Capitán había estado
divirtiéndose a expensas de los pequeños huéspedes, pero que la chanza ya había
terminado.
—Bien, Frodo, ahora por fin nos hemos entendido —dijo Faramir—. Si
asumiste la responsabilidad de ser el portador de ese objeto no por elección sino a
instancias de otros, te compadezco y te honro. Y me dejas maravillado: lo llevas
escondido y no lo utilizas. Sois para mí gente de un mundo nuevo. ¿Son
semejantes a vosotros todos los de esa raza? Vuestra tierra parece un remanso de
paz y tranquilidad, y honráis sin duda a los jardineros.
—No todo es allí felicidad —dijo Frodo—, pero es cierto que honramos a los
jardineros.