Page 817 - El Señor de los Anillos
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Patrullen arriba en Escaleras. Y vine en seguida.
—Fea historia —dijo Gorbag—. Escucha… nuestros vigías silenciosos estaban
inquietos desde hacía más de dos días, eso lo sé. Pero mi patrulla no recibió orden
de salir hasta el día siguiente, y no se envió a Lugbúrz ningún mensaje: a causa
de la Gran Señal y la partida para la guerra del Gran Nazgûl, y todo eso. Y luego
no pudieron conseguir que Lugbúrz los atendiera en seguida, según me han dicho.
—Supongo que el Ojo habrá estado ocupado en otros asuntos —dijo Shagrat
—. Dicen que allá abajo, en el oeste, acontecen grandes cosas.
—Me imagino —dijo Gorbag—. Pero mientras tanto los enemigos han
llegado hasta las Escaleras. ¿Y tú qué hacías? Se suponía que estabas allí
vigilando, con órdenes especiales o sin ellas. ¿En qué andas?
—¡Basta ya! No me enseñes a mí lo que tengo que hacer. Estábamos bien
despiertos y alertas. Sabíamos que estaban sucediendo cosas extrañas.
—¡Muy extrañas!
—Sí, muy extrañas: luces y gritos y todo. Pero Ella-Laraña andaba en una de
sus diligencias. Mis muchachos la vieron, a ella y al Fisgón.
—¿El Fisgón? ¿Qué es eso?
—Tienes que haberlo visto: uno pequeñito, flaco y negro; también él se
parece a una araña, o quizá más a una rana famélica. Ya había estado antes por
aquí. Hace años salió de Lugbúrz la primera vez, y tuvimos orden de arriba de
dejarlo pasar. Desde entonces volvió un par de veces a subir por las Escaleras,
pero nosotros lo dejábamos en paz: al parecer se entiende con la Señora. Supongo
que no será un bocado muy apetitoso, pues a ella no le preocupan las órdenes de
arriba. Pero ¡vaya la guardia que montáis en el valle: él estuvo aquí arriba un día
antes de que se armase toda esta tremolina! Anoche, temprano, lo vimos. De
todos modos mis muchachos informaron que la Señora se estaba divirtiendo, y
con eso fue suficiente para mí, hasta que llegó el mensaje. Suponía que el Fisgón
le había llevado algún juguete, o que quizá vosotros le habíais mandado un
regalito, un prisionero de guerra o algo por el estilo. Yo no me meto cuando ella
juega. Nada se le escapa a Ella-Laraña cuando sale de caza.
—¡Nada, dices! ¿Para qué tienes ojos? Te repito que no estoy nada tranquilo.
Lo que subió por las escaleras, ha escapado. Cortó la telaraña y huyó por el
agujero. ¡Eso da que pensar!
—Ah, bueno, pero a fin de cuentas ella lo atrapó ¿no?
—¿Lo atrapó? ¿Atrapó a quién? ¿A esta criatura insignificante? Pero si hubiera
estado solo, ella se lo habría llevado mucho antes a su despensa, y allí se
encontraría ahora. Y si a Lugbúrz le interesaba, te hubiera tocado a ti ir a
rescatarlo. Buen trabajo. Pero había más de uno.
A esta altura de la charla, Sam se puso a escuchar con más atención el oído
pegado a la piedra.
—¿Quién cortó las cuerdas con que ella lo había atado, Shagrat? El mismo