Page 816 - El Señor de los Anillos
P. 816

fragor,  y  en  el  momento  en  que  aceleraba  el  paso,  un  golpe  seco.  Sólo  pudo
      imaginar que los orcos habían dado vuelta al recodo, entrando en el túnel que
      Frodo encontrara obstruido. Seguía obstruido.
        Una gran piedra parecía interceptarle el paso, y sin embargo los orcos habían
      salvado  el  obstáculo  de  algún  modo,  ya  que  Sam  los  oía  hablar  del  otro  lado.
      Continuaban corriendo, adentrándose cada vez más en el corazón de la montaña
      hacia la torre. Sam estaba desesperado. Algún propósito maligno abrigaban sin
      duda al llevarse el cuerpo de Frodo, y él no podía seguirlos. Se abalanzó contra el
      peñasco y empujó, pero la piedra no se movió. Entonces le pareció oír no lejos
      de allí, dentro, las voces de los dos capitanes. Por un instante permaneció inmóvil,
      escuchando,  esperando  tal  vez  enterarse  de  algo  útil.  Quizá  Gorbag,  que
      evidentemente pertenecía a Minas Morgul, volviera a salir, y entonces él podría
      escabullirse y entrar.
        —No, no lo sé —decía la voz de Gorbag—. En general los mensajes llegan
      más rápidos que el vuelo de los pájaros. Pero yo no pregunto cómo. Más vale no
      arriesgarse.  ¡Grr!  Esos  Nazgûl  me  ponen  la  carne  de  gallina.  Te  desuellan  sin
      siquiera mirarte, y te dejan afuera en el frío y la oscuridad. Pero a Él le gustan;
      en  estos  tiempos  son  sus  favoritos.  Así  que  de  nada  sirven  las  protestas.  Te  lo
      aseguro. No es juguete servir abajo, en la ciudad.
        —Tendrías que probar lo que es estar aquí, en compañía de Ella-Laraña —
      dijo Shagrat.
        —Quisiera más bien probar algún sitio donde no tuviera que encontrarme ni
      con ella ni con los otros. Pero ya la guerra ha comenzado, y cuando concluya tal
      vez las cosas anden mejor.
        —Parece que andan bien, por lo que dicen.
        —¿Qué  otra  cosa  quieres  que  digan?  —gruñó  Gorbag—.  Ya  veremos.  De
      todos  modos,  si  en  verdad  termina  bien,  habrá  mucho  más  espacio.  ¿Qué  te
      parece?… Si tenemos una oportunidad de escapar tú y yo por nuestra cuenta, con
      algunos  muchachos  de  confianza,  a  algún  lugar  donde  haya  un  botín  bueno  y
      fácil de conseguir, y nada de grandes patrones.
        —Ah —exclamó Shagrat—, como en las viejas épocas.
        —Sí —dijo Gorbag—. Pero no contemos con eso. Yo no estoy nada tranquilo.
      Como te decía, los grandes patrones, sí —y la voz descendió hasta convertirse
      casi en un susurro—, sí, hasta el Más Grande puede cometer errores. Algo estuvo
      a punto de escabullirse, dijiste. Y yo te digo: algo se escabulló. Y tenemos que
      estar  alertas.  A  los  pobres  uruks  siempre  les  toca  remediar  entuertos,  y  sin
      ninguna recompensa. Pero no lo olvides: a nosotros los enemigos no nos quieren
      más que a Él, y si Él cae, también nosotros estaremos perdidos. Pero dime una
      cosa: ¿cuándo te dieron a ti la orden de salir?
        —Hace  alrededor  de  una  hora,  justo  antes  de  que  tú  nos  vieras.  Llegó  un
      mensaje: Nazgûl inquieto. Se temen espías en Escaleras. Redoblen la vigilancia.
   811   812   813   814   815   816   817   818   819   820   821