Page 961 - El Señor de los Anillos
P. 961
trozo de leña.
Pippin observó a su amigo con aire preocupado.
—Bueno, será mejor que vengas conmigo en seguida —dijo—. Me gustaría
poder llevarte en brazos. No puedes seguir a pie. No sé cómo te permitieron
caminar; pero tienes que perdonarlos. Han ocurrido tantas cosas terribles en la
ciudad, Merry, que un pobre hobbit que vuelve de la batalla bien puede pasar
inadvertido.
—No siempre es una desgracia pasar inadvertido —dijo Merry—. Hace un
momento pasé inadvertido… no, no, no puedo hablar. ¡Ayúdame, Pippin! El día
se oscurece otra vez, y mi brazo está tan frío.
—¡Apóyate en mí, Merry, muchacho! —dijo Pippin—. ¡Adelante! Primero
un pie y luego el otro. No es lejos.
—¿Me llevas a enterrar?
—¡Claro que no! —dijo Pippin, tratando de parecer alegre, aunque tenía el
corazón destrozado por la piedad y el miedo—. No, ahora iremos a las Casas de
Curación.
Salieron del callejón que corría entre edificios altos y el muro exterior del cuarto
círculo, y tomaron nuevamente la calle principal que subía a la ciudadela.
Avanzaban lentamente, y Merry se tambaleaba y murmuraba como un
sonámbulo.
« Nunca llegaremos —pensó Pippin—. ¿No habrá nadie que me ayude? No
puedo dejarlo solo aquí.»
En ese momento vio a un muchacho que subía corriendo por el camino, y
reconoció sorprendido a Bergil, el hijo de Beregond.
—¡Salud, Bergil! —le gritó. ¿A dónde vas? ¡Qué alegría volver a verte, y vivo
por añadidura!
—Llevo recados urgentes para los Curadores —respondió Bergil—. No puedo
detenerme.
—¡Claro que no! —dijo Pippin—. Pero diles allá arriba que tengo conmigo a
un hobbit enfermo, un perian acuérdate, que regresa del campo de batalla. Dudo
que pueda recorrer a pie todo el camino. Si Mithrandir está allí, le alegrará
recibir el mensaje.
Bergil volvió a partir a la carrera.
« Será mejor que espere aquí» , pensó Pippin. Y ayudando a Merry a dejarse
caer lentamente sobre el pavimento en un sitio asoleado, se sentó junto a él y
apoyó en sus rodillas la cabeza del amigo. Le palpó con suavidad el cuerpo y los
miembros, y le tomó las manos. La derecha estaba helada.
Gandalf en persona no tardó en llegar en busca de los hobbits. Se inclinó sobre
Merry y le acarició la frente; luego lo levantó con delicadeza.