Page 985 - El Señor de los Anillos
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otros  que  me  siguieran,  y  remontaran  el  río  en  tantas  embarcaciones  como
      pudieran  conseguir;  y  con  este  viento  no  tardarán  en  llegar:  en  verdad,  varias
      naves han anclado ya en los muelles del Harlond. Estimo que podremos llevar
      unos siete mil hombres, entre infantes y jinetes, y a la vez dejar la ciudad mejor
      defendida que cuando comenzó el ataque.
        —La Puerta ha sido destruida —dijo Imrahil—. ¿Dónde está ahora la pericia
      para reconstruirla y ponerla de nuevo?
        —En Erebor en el Reino de Dáin —dijo Aragorn—, y si no se desbaratan
      todas nuestras esperanzas, llegado el momento enviaré a Gimli hijo de Glóin en
      busca de los picapedreros de la Montaña. Pero los hombres son una defensa más
      eficaz que las puertas, y no habrá puerta que resista al enemigo si los hombres la
      abandonan.
      Tales  fueron  pues  las  conclusiones  del  debate:  en  la  mañana  del  segundo  día
      partirían con siete mil hombres, si conseguían reunirlos; la mayor parte de esta
      fuerza  iría  a  pie  a  causa  de  las  regiones  accidentadas  en  que  tendría  que
      internarse. Aragorn trataría de reunir unos dos mil de los que se habían plegado a
      él  en  el  Sur;  pero  Imrahil  tenía  que  reclutar  tres  mil  quinientos;  y  Eomer
      quinientos  de  los  Rohirrim,  que  aun  desmontados  eran  guerreros  diestros  y
      valientes. Y él mismo iría a la cabeza de una columna formada por quinientos de
      sus mejores jinetes; en una segunda compañía de otros quinientos jinetes, junto
      con los hijos de Elrond marcharían los Dúnedain y los Caballeros de Dol Amroth:
      en total seis mil hombres a pie y mil a caballo. Pero la fuerza principal de los
      Rohirrim,  la  que  aún  contaba  con  cabalgaduras  y  estaba  en  condiciones  de
      combatir, defendería el Camino del Oeste de los ejércitos enemigos apostados en
      Anórien. E inmediatamente enviaron jinetes veloces en busca de noticias hacia el
      norte; y al este de Osgiliath y del camino a Minas Morgul.
        Y cuando hubieron contado todas las fuerzas, y luego de discutir las etapas del
      viaje  y  los  caminos  que  tomarían,  Imrahil  estalló  de  pronto  en  una  sonora
      carcajada.
        —Esta  es,  sin  duda  —exclamó—,  la  mayor  farsa  en  toda  la  historia  de
      Gondor:  ¡que  partamos  con  siete  mil,  una  hueste  que  equivale  apenas  a  la
      vanguardia  del  ejército  de  este  país  en  los  días  de  esplendor,  al  asalto  de  las
      montañas  y  de  la  puerta  impenetrable  del  País  Oscuro!  ¡Como  si  un  niño
      amenazara  a  un  caballero  armado  con  un  arco  de  madera  de  sauce  verde  y
      cordel! Si el Señor Oscuro supiera tanto como tú dices, Mithrandir ¿no te parece
      que en vez de temer sonreiría, y nos aplastaría con el dedo meñique como a un
      mosquito que intentara clavarle el aguijón?
        —No,  querrá  cazar  al  mosquito  y  quitarle  el  aguijón  —dijo  Gandalf.  Y
      algunos de nuestros hombres valen más que un millar de caballeros de armadura.
      No, no sonreirá.
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