Page 14 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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He decidido causalmente hablar sobre el síntoma, pero la
única forma que encuentro de dar cuenta de su existencia es
hablándolo a través del síntoma propio. Es complicado poner en
palabras aquello de lo que te constituye pero que desconoces
etiológicamente. Hare un esfuerzo por sostener a continuación mí
experiencia ante el sabor del síntoma, y también el sinsabor, como
esa sensación de boca amarga al despertar, ocasionada por los
avatares intergalácticos de ―la vida cotidiana‖.
Es importante hablar de inhibición y represión para dar el salto a
la producción de síntomas como ramificaciones infinitas que se
sostienen unas con otras. Freud en inhibición, síntoma y angustia
menciona que la inhibición está presente bajo una rebaja de la
función, y de síntoma, de una desacostumbrada variación de ella o
de una nueva operación.
La mayoría de las inhibiciones trabajan bajo una renuncia a cierta
actividad o ejercicio por que tras haberlo consumado deviene la angustia. El yo renuncia a estas funciones
que le competen a fin de no verse precisado a emprender una nueva represión, a fin de evitar un
conflicto con el ello (Freud 1926, 86). El yo no tiene la autorización de tomar decisiones, pues en tanto hay
decisión hay elección y éxito, y la instancia superyoica a denegado esta acción. El yo renuncia a las operaciones
selectivas del placer, con el fin último de no encontrarse en conflicto con el súper yo.
Sería importante señalar que en tanto hay está renuncia la represión trabaja activamente, pero no sin conse-
cuencias ante esto, pues si, se limita algo de la función yoíca por precaución pero saldrán como respuestas
sintomáticas. Las emociones reprimidas nunca mueren, están enterradas vivas y saldrán a la luz de
la peor manera (Freud 1926), de esta función el yo consigue inhibir y desviar el decurso exitatorio. No sería
preciso señalar al yo como desafortunado frente a la instancia omnipotente del principio de placer, pues
aunque esté sea el renunciante no se presenta como una instancia más débil. Al contrario me atrevería a
mencionar que es absolutamente necesaria su renuncia para que el sujeto devenga como sujeto deseante, pues
en tanto hay falta hay deseo, y el deseo es vida.
Es momento de profundizar en lo mencionado anteriormente; el conjunto de ramificaciones sintomáticas. El
síntoma es el resultado de un proceso represivo que a priori fue indicio de una satisfacción pulsional.
Lo reprimido siempre retorna, no se puede huir de la deuda simbólica. Esté retorno bajo la influencia de
mociones pulsionales desagradables.
Estas mociones pulsionales no retornan por casualidad, no son nuevas producciones a raíz de la represión, sino
un producto afectivo que quedó inscripto de una huella mnémica preexistente. Lacan vendrá a proponer la
teoría del significante, donde estas vivencias afectivas quedan instauradas a partir de un significante amo, uno
de menos que permite que el síntoma de repita.
Este primer significante (significante amo, S.N.P), que queda por fuera de la cadena significante, causante de
repeticiones, síntomas y retornos es con el que nos enfrentamos en un dispositivo analítico, no por que se
pretenda llegar a el, si no por que fue el origen de la cadena significante.
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