Page 17 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Engaño, truco, treta, falacia, mentira, triquiñuela, trampa, amor.

                 El asunto del amor no es sencillo aunque así se presente, no es un asunto lineal, transparente y
         claro cómo se pretende es. El asunto del amor quizá es el más complejo de los asuntos, el más intrincado,
         el más abigarrado. Quizá incluso sea el único asunto que existe en esta vida.


                 Pero, ¿Cómo hablar de amor?, si es lo único que hemos hecho desde que sabemos hablar y no lo
         decimos todo. Amor es de lo único que hablamos, escribimos, pintamos, soñamos. Odiamos por amor,
         tememos por amor, confiamos por amor y por amor trabajamos. Y aun, pese a todo, el amor huye, nunca
         es completo ni fijo, nunca lo abrazamos completamente. El amor es una suerte de ilusión inalcanzable
         que  empuja  la  carne  a  vivir,  un  imparable  motor  de  búsqueda  no  colmado  que  usa  el  pretexto  de  la

         otredad  para filtrarse en el deseo. Aquí la paradoja fundamental del amor, una búsqueda que cuando
         logra alcanzar lo que busca se disuelve como búsqueda.

                 El conflicto estructural del sujeto no es otro que el amor roto, el amor no alcanzado, el amor con
         un agujero, el amor que nos deja dar vueltas y vueltas para no llegar a él. Lo verdaderamente fatídico del
         amor es que no se puede vivir sin amar, pero el amor no se puede tocar.


                 Escribir sobre el amor es una paradoja en si, el amor esquiva las disquisiciones lógicas. El amor
         vive allá, donde la palabra no lo puede ir a visitar, solo le queda a la palabra hablar con otras palabras del
         amor,  la  metáfora.  Es  claro  entonces,  que  como  dice  Lacan  ―Es  hablando  como  se  hace  el  amor‖.
         La palabra y el amor tienen una distancia interesante, nuestra relación con las cosas es afectiva y luego

         racional.  El  lenguaje  da  rodeos  a  veces  excesivos  y  el  llamado  ―amor‖  es  indecible,  pero otorga  en  su
         condición  de  imposible  el  escenario,  el  escenario  donde  adquiere  significado  lo  que  yo  pueda  bailar,
         decir, pintar, crear.

         La  necesidad  del  amor,  hambre  imposible  de  saciar,  se  puede  anudar  en  la  ilusión  del  otro.  En  la  supuesta

         complementariedad material de los cuerpos, en la trampa de creer que dos en suma serán una unidad y que uno tien-
         de la treta del que el otro sea como uno. Pero terminando el otro como uno, el amor recae en uno y allí se abre de
         nuevo el hambre imposible. El amor en el otro es usado como plataforma por Platón para alcanzar el amor al saber,
         el amor en el otro es usado por Lacan para permitir la asociación a partir de la transferencia.

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