Page 15 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Freud  presupone  que  las  represiones  encontradas  en  el  trabajo  terapéutico  son  represiones  primordiales,
      producidas con anterioridad y que ejercen un influjo de energía en la situación actual.

      El síntoma ya está ahí, y no puede ser eliminado; ahora se impone avenirse está situación y sacarle

      la máxima ventaja posible. (Freud 1926, 95). No se busca resolver el síntoma, se buscan sus causas, no se
      busca dejar de repetir, se busca repetir distinto, que sea de la misma forma no implica que sea igual, el análisis
      te permite buscar des-igualdades, y te permite encontrar lugares alternos de colocación frente al inmanente,
      afable he insoluble síntoma.

      Intentemos pensar en el síntoma como el encargado de sustituir afectos, y a su vez impregnarse más en el yo, se

      convierte en algo absolutamente necesario, esta constante compulsión a la repetición aferrada inútilmente en
      algo imposible de alcanzar. Me parece de suma relevancia mencionar en nombre de todos los soldados caídos
      que llegamos a un espacio analítico, la valentía que se juega en este acto, pues aquellos que tocamos la puerta
      del analista llevamos la insoportable carga de síntomas acumulados y enmarañados que nos impiden seguir en

      la  batalla;  un  cúmulo  de  sufrimientos,  repeticiones,  contradicciones,  necesidades,  satisfacciones,  angustias
      incomprensibles y una lucha defensiva secundaria contra el síntoma que ni siquiera es reconocida, este sujeto
      hablante,  es  siempre  ya  hablado  y  al  menos  en  un  dispositivo  analítico  el  discurso  es  incontrolable,  pues
      siempre se dice más, de lo que se pretendía decir, en tanto no se pueden dominar los efectos de lo que se está
      diciendo. Aquí, es donde lo reprimido retorna, donde ese Otro emerge y es ineludible de un Otro que escuche,

      para  que  lo  ICC  pueda  salir  a  la  luz,  en  palabras  de  lacan:  el  ICC  es  la  palabra  censurada  que  se  intenta
      recuperar, me parece que estuvo bien dicho, se intenta, pues la incompatibilidad del deseo y la palabra hace
      que la verdad nunca pueda ser confesada (Silvia Elena Tandlarz 1996, 15).

      Nos vemos así conducidos a partir del síntoma a invocar en esta mesa al goce, aquella verdad que nos falta, que
      buscamos, es la figura ley que regula el goce. Entiendo el goce como la suposición de un deseo que fue satisfe-

      cho, y a posteriori la creencia de que es posible encontrarlo, encontrar ese objeto perdido que fue causante de la
      completa  satisfacción,  pero,  paradójicamente  nunca  se  ha
      tenido; y precisamente por esta falta, esta pérdida, es por lo
      que  se  le  apuesta  a  la  búsqueda,  a  la  recuperación,  a

      rencontrar  lo  perdido.  Existe  el  trazo  de  una  falta,  la
      marca de la pérdida del goce puede ser llamada rasgo
      unario (Helí Morales 2008, 348).


      Este  intento  de  reencuentro  no  nos  deja  otra  cosa  que  lo
      mencionado  al  inició,  una  sensación  de  boca  amarga  al
      despertar, y lo único que encuentras es la afirmación de esa
      ausencia.


      La acidez en el estómago, el dolor de cabeza, y todas las itis
      que  refieren  inflamación  o  infección,  provocadas  por  el
      alcohol, el cigarro, la comida,  el sexo, el desamor, las  sobre
      dosis  de  desilusiones,  de  ilusiones,  las  pérdidas,  las
      ganancias,  las  peleas,  el  enojo,  el  rencor,  el  estrés,  la
      angustia,  el  miedo,  el  terror  a  conocerte,  y  el  sinsabor  al

      hacerlo.

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