Page 24 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Si resaltamos el ―contenido imaginario‖ de los discursos cuando el agente-Otro es la madre, podemos observar
      una serie de situaciones expresadas por ellas en relación con sus hijos. No querer tener un hijo, pero aceptar
      tenerlo por exigencia de la propia madre que quería un nieto antes de morir. Tener un hijo pensando que así se
      divorciaría su pareja y se casaría con ella. Tener un hijo para que su esposo no fuera infiel. Tener un hijo para

      ser  la  primera  en  la  familia  en  dar  nietos.  Querer  un  hijo  varón  y  resultó  que  fue  una  niña…
                                                           ¿Qué me quiere el Otro?


                                                           Caso  por  caso,  habría  que  escuchar  en  el  dispositivo
                                                           analítico el discurso de estas madres para dar paso a la
                                                           emergencia  del  sujeto  del  inconsciente  y  de  su  propio
                                                           deseo.  Todas  estas  situaciones  llevan  a  cuestionarme:
                                                           ¿Es  este  el  don  dado  por  el  padre  a  la  hija?  ¿El  hijo

                                                           sustituye al falo? ¿El convertirse en madre otorga a las
                                                           mujeres el enorme poder de un agente alienante en sus
                                                           dos  dimensiones:  por  un  lado,  posibilidad  de  la
                                                           estructuración yoica del niño ante el establecimiento de
                                                           la diferencia yo(tu)-no yo; y, por otro lado, posibilidad

                                                           de quedar atrapado en el deseo del Otro?

      Y aquí lanzo la pregunta: ¿qué vemos cuando nos mir-amos al espejo? ¿El discurso de la madre funge aquí
      como el discurso  del  amo? Al ver el reflejo propio en el espejo, ¿mir-amos a la persona obesa que la madre
      quiere alimentar hasta el límite, aunque el cuerpo reflejado sea delgado?, ¿mir-amos a la persona desagradable

      y fea que avergüenza a la madre, aunque las facciones reflejadas sean hermosas?, ¿mir-amos al niño tímido e
      insignificante  que  no  puede  sostenerse  ante  la  madre,  aunque  ya  sea  un  adulto?,  ¿mir-amos  al  abogado,
      médico, ingeniero, orgullo de la madre, aunque se quisiera ver al artista? Se convierte en un, como el Dr. Tap-
      pan señala, ―yo quisiera querer lo que no quiero‖ cuando no se cuestiona si se quiere o no, si se está de acuerdo
      o no con el deseo del Otro. El deseo es el deseo del Otro. ¿Y dónde queda el deseo del sujeto?


      Si observamos la relación con el otro, por ejemplo, en una pareja que tiene un lazo amoroso, me pregunto, ¿el
      otro me espejea?, ¿el otro al que se ama ocupa el lugar de esa imagen alienante que me refleja mi yo ideal (mi
      cuerpo no fragmentado)? Si es así, ¡ahora entiendo un poco más el ena-mora-miento! ¡Me ―mora‖ (habita) y
      me afecta (afecto) la imagen alienante! Si es así, ¡ahora entiendo un poco más por qué la relación sexual no
      existe! El amor hacia el otro tiene una base narcisista. Somos iguales. Lo que yo piense, haga y sienta lo tiene

      que pensar, hacer y sentir el otro, al fin es mi imagen especular. Cuando ya no se sostiene la identificación con
      el otro, cuando la imagen alienante falla, cuando ya no es simétrica, cuando lo imaginario se rompe, cuando se
      retorna al cuerpo fragmentado, surge entonces el odio y la agresión hacia ese otro. Se convierte en perseguidor
      que quiere dañar (aspecto paranoide). Misma situación en el caso de algunas madres y sus hijos, en cuanto el

      hijo no refleja sus  expectativas  imaginarias, la imagen especular se rompe y fragmenta… y lo agreden,  y lo
      odian.

      Sin el propósito de caer en el simplismo caben estas otras preguntas: ¿Y cuando la mirada del Otro no refleja
      nada,  cuando  no  hay  deseo  de  la  madre  y  no  se  logró  diferenciar  el  yo?  Cuando  no  hay  afectación  de  la
      diferencia,  hay  posibilidades  de  algunos  tipos  de  autismo  y psicosis.  ¿Y  cuando  no  se  alcanzó  a  diferenciar

      (libidinizar) al Otro? posibilidades de narcisismo.

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