Page 28 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Si bien, la vida se juega todo el tiempo entre dos pulsiones, al momento de hacer clínica hay que identificar de
dónde proviene la demanda. La práctica nos enseña que, al adolescente, comúnmente ―se le lleva a terapia‖, ni
siquiera se le invita o pregunta, algunas ocasiones se les engaña para que lleguen a un consultorio, si bien los
padres intervienen, algunas veces son presiones o demandas, propiamente dichas, de las instituciones
educativas donde se encuentra el muchacho.
Los pacientes hablan, en el análisis se trata de llegar a eso que se bordea y sacarlo, desenmascarar de
lo que se habla sin hablar de ello. Esto, se relaciona al pago que moviliza al síntoma.
En la niñez se pone una coma, para crear un
pasaje de un antes y un después. Podríamos
pensar la adolescencia como un terreno
fronterizo con bordes difusos, por esto es por lo
que no podríamos plantear una resolución al
complejo de Edipo. Aunque, esta frontera nos
puede confrontar frente al deseo y al igual que
en la locura, interrogarnos, tratar de asumir la
diferencia. Con lo anterior, podría decirse que
lo biológico de la psiquiatría no es
contundente, incluso uno de sus graves errores
fue negar la locura.
Si bien la emergencia de la adolescencia es un
estallamiento de la libido, como un volcán en
erupción; dicho de otro modo, esto deja
huellas, marcas, cicatrices, apabulla. Frente a
este escenario del escarnio, comienza una
búsqueda de un lugar – no tiene un lugar.
Quizá el lugar de la angustia es un sitio recurrente, no obstante, el adolescente nos invita muchas veces a
colocarnos en una posición ética de la vida, frente a la posibilidad del suicidio, pero ¿dónde colocarnos? Sin
titubear, colocarnos en el lugar del psicoanálisis que está del lado de la vida, el analista pregunta e invita a
hablar, la construcción del discurso a través de la palabra igual a deseo. Hábleme, cuéntame de esto, ¿a qué te
refieres con?, esto es ponerse del lado de la vida, es dirigir una posibilidad de cura, no a una persona.
Todo el cuerpo se presenta como un objeto erógeno (del amor), y en la adolescencia no hay quien escuche, aún
colocados en el objeto a. el diagnóstico en el psicoanálisis no es concebido de inicio, siempre permanece a
posteriori, incluso dinámico a través de las diferentes lecturas, puntualizo diciendo, que el sujeto escapa a
cualquier clasificación.
Todo lo que se dice del amor, tiene que ver con el alma. La humanidad está atravesada por la falta, nos hace
infelices y nos moviliza; no todo está dicho, siempre habrá más cosas qué decir. Soportar la vida es quizá lo más
denso. El analista propicia que el analizante produzca una verdad, la verdad es no toda, como la mujer.
La histérica creadora del psicoanálisis seduce con su discurso, que no es otra cosa más que sufrimiento
inscrito en el cuerpo.
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