Page 25 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Lo imaginario es organizado por lo simbólico, de lo contrario se puede llegar incluso a la muerte. La palabra
pude impedir un suicidio, por ejemplo. Paradójicamente, esta alienación abre también la posibilidad de que el
sujeto desee, cuestión dialéctica. Cuando el yo-moi-imagen es atravesado por el lenguaje, se convierte en je(yo).
Son momentos lógicos, no cronológicos, los que están implicados en este atravesamiento. El establecimiento de
la diferencia, como habíamos mencionado, a través de la cual se construyen simultáneamente lo real, lo
simbólico y lo imaginario, constitutivos del lenguaje lacaniano. En el niño, la diferencia entre la ausencia y
presencia de la madre (Fort-da), lo comienza a atravesar simbólicamente. Este momento, junto con el del
estadio del espejo del que hemos estado hablando, se erigen como condiciones previas, insisto en orden
lógico y no cronológico, a uno tercero que tiene que ver con la constitución del sujeto psíquico como tal,
situación que se plasma en el complejo de Edipo. El sujeto, sujeto del inconsciente para Lacan, tiene que ver
con la forma en que se organiza en una matriz simbólica en relación con el deseo del Otro.
Se destacan tres momentos del estadio del espejo: el yo sujeto a su propia imagen (narcisismo primario), el yo
sujeto al deseo de un semejante, el yo sujeto al deseo del deseo de la madre. En este último punto se implica
también una identificación con rasgos de la madre (transitividad con la madre). De esta manera, al
identificarse con la madre, se identifica con el falo, que es lo que la madre desea.
La metáfora paterna, operador lógico que implica cambiar el deseo materno (deseo por el niño) por el de-
seo del padre, el Significante Nombre del Padre, será el organizador simbólico que brinde, la posibili-
dad al sujeto de posicionarse frente al deseo del Otro, papel estructurante del sujeto. Se trata de un corte, de un
decir no a lo mismo, no a sólo el lugar de la madre, y un sí a un lugar diferente, el lugar del padre. Resultando
también como efecto de este complejo el ideal del yo, que refiere al orden simbólico que pone en falta, a lo
que se pretende llegar a hacer en la vida para ser, aunque sea predeterminado.
Sin embargo, el sujeto no es pasivo, se encuentra ante una limitada posibilidad de actuar, pero posibilidad al
fin, ante la cual, actúa. Se puede nunca cuestionar cuál es su propio deseo, ni diferenciarlo del deseo del Otro.
Pero también se puede sí hacerlo. Distinguir que el deseo establecido de manera alienante no es el propio. Uno
se puede preguntar sobre su propio deseo, y sobre el malestar que le provoca asumir que el deseo del Otro es el
propio cuando no lo es. Al psicoanálisis le atañe la escucha que acompaña al sujeto para que descubra su deseo,
para decir ―tú eres eso‖, para descubrir su verdad. Para plantear, a diferencia de Descartes y siguiendo a
Lacan que ―donde no pienso, soy‖. Sin embargo, el camino por recorrer no es sencillo, implica asumir
una responsabilidad subjetiva.
REFERENCIAS
Lacan, J. El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia
psicoanalítica, Escritos 1, Siglo XXI, México, 2009.
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