Page 200 - Dune
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a su oído… la voz sedosa: Piter.
               ¡También le he cogido a él!
               La voz retumbó lejana.

               Leto sintió sus recuerdos girar en su mente… parecidos a murmullos de viejas
           desdentadas. La estancia, la mesa, el Barón, el par de ojos aterrorizados… azul sobre
           azul… todo se fundió a su alrededor en una simétrica destrucción.

               Había  un  hombre  con  el  mentón  parecido  a  la  puntera  de  una  bota,  un  títere,
           cayendo. El títere tenía la nariz rota hacia la izquierda: un metrónomo inmovilizado
           para  siempre  al  inicio  de  su  recorrido.  Leto  oyó  el  entrechocar  de  vajilla…  tan

           lejano… un rumor en sus oídos. Su mente era un pozo sin fondo, recogiéndólo todo.
           Todo aquello que siempre había existido: cada grito, cada susurro, cada… silencio.
               Un único pensamiento quedaba en él. Leto lo percibió como algo informe, unos

           trazos de luz negra: El día modela la carne y la carne modela el día. El pensamiento
           le golpeó con un sentimiento de plenitud que supo que nunca podría explicar.

               Silencio.
               El Barón estaba de pie, con la espalda apoyada contra su puerta privada, en el
           refugio  de  seguridad  tras  su  mesa.  La  había  cerrado  a  una  habitación  llena  de
           hombres muertos. Sus sentidos le decían que sus guardias corrían por todos lados.

           ¿Lo he respirado?, se preguntó. Fuera lo que fuese ¿me ha alcanzado también a mí?
               Los sonidos volvían a él… y la razón. Oyó a alguien gritando órdenes: máscaras

           de gas… mantened la puerta cerrada… accionad los extractores.
               Los  otros  han  caído  muy  aprisa,  pensó.  Yo  aún  sigo  en  pie.  Todavía  respiro.
           ¡Infiernos! ¡Ha faltado poco!
               Ahora  podía  analizar  lo  sucedido.  Su  escudo  estaba  activado  como  siempre,

           regulado  al  mínimo  pero  siempre  con  la  potencia  suficiente  para  retardar  el
           intercambio molecular a través de la barrera energética. Y se estaba separando de la

           mesa…  y  el  jadeo  de  Piter  que  había  provocado  la  intervención  del  capitán  de  la
           guardia y su muerte.
               La  muerte  y  la  advertencia  que  había  leído  en  los  rasgos  de  un  hombre
           moribundo… esto le había salvado la vida.

               El Barón no sintió ninguna gratitud hacia Piter. El idiota se había dejado matar. ¡Y
           aquel estúpido capitán de los guardias! ¡Había dicho que los había registrado a fondo

           a todos antes de llevarlos a presencia del Barón! ¿Cómo había sido posible que el
           Duque…? No había habido ningún aviso. Ni siquiera el detector de venenos sobre la
           mesa… hasta que había sido demasiado tarde. ¿Cómo era posible?

               Ahora ya no tiene ninguna importancia, pensó el Barón, mientras su mente se
           reafirmaba. El próximo capitán de los guardias empezará a trabajar buscando las
           respuestas a estas preguntas.

               Percibió un aumento de la actividad fuera, al otro lado de la puerta de aquella




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