Page 253 - Dune
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—Comprendo, mi Señor. Y entonces será cuando Kynes pueda tener su accidente.
               —Kynes  y  Hawat  tendrán  su  accidente,  Nefud.  Pero  sólo  Kynes  tendrá  un
           auténtico accidente. Es Hawat a quien quiero. Sí. Ah, sí.

               Nefud parpadeó, tragando saliva. Pareció a punto de formular una pregunta, pero
           permaneció silencioso.
               —Proporcionaremos a Hawat comida y bebida —dijo el Barón—. Le trataremos

           con gentileza, con simpatía. En su agua le administrarán un veneno residual puesto a
           punto  por  el  finado  Piter  de  Vries.  Y  procurarás  que  el  antídoto  esté  presente
           regularmente en la dieta de Hawat a partir de ahora… hasta que yo diga lo contrario.

               —El antídoto, sí —Nefud agitó la cabeza—. Pero…
               —No seas estúpido, Nefud. El Duque estuvo a punto de matarme con la cápsula
           de veneno en su diente. El gas que exhaló en mi presencia me privó de mi valioso

           Mentat, Piter. Necesito un sustituto.
               —¿Hawat?

               —Hawat.
               —Pero…
               —Vas a decirme que Hawat es completamente leal a los Atreides. Cierto, pero los
           Atreides han muerto. Nosotros le seduciremos. Le convenceremos de que no tiene

           que  culparse  por  la  muerte  del  Duque.  Que  todo  fue  culpa  de  aquella  bruja  Bene
           Gesserit.  Su  dueño  era  débil,  su  razón  se  dejaba  ofuscar  por  las  emociones.  Los

           Mentats  admiran  la  habilidad  de  calcular  por  encima  de  las  emociones,  Nefud.
           Seduciremos al formidable Thufir Hawat.
               —Le seduciremos. Sí, mi Señor.
               —Desgraciadamente, Hawat tenia un dueño cuyos recursos eran pobres, uno que

           no podia elevar al Mentat a las sublimes cotas de razonamiento que son el derecho de
           un Mentat. Hawat tendrá que reconocer que hay cierto elemento de verdad en esto. El

           Duque  no  podía  permitirse  espías  más  eficientes  para  garantizarle  a  su  Mentat  las
           informaciones  requeridas  —el  Barón  miró  a  Nefud—.  No  intentemos  nunca
           engañarnos entre nosotros, Nefud. La verdad es un arma poderosa. Sabemos cómo
           hemos triunfado sobre los Atreides, y Hawat lo sabe también. Con nuestra riqueza.

               —Con nuestra riqueza. Sí, mi Señor.
               —Seduciremos a Hawat —dijo el Barón—. Le pondremos fuera del alcance de

           los  Sardaukar.  Y  tendremos  en  reserva…  la  posibilidad  de  cortarle  el  antídoto  del
           veneno  residual.  No  hay  ningún  modo  de  extraer  un  veneno  residual.  Y,  Nefud,
           Hawat  no  sospechará  nunca.  El  antídoto  no  será  descubierto  por  los  detectores  de

           venenos. Hawat podrá controlar sus alimentos como le plazca sin detectar el menor
           rastro de veneno.
               Los ojos de Nefud se abrieron considerablemente con la comprensión.

               —La ausencia de algo —dijo el Barón— puede ser tan mortal como su presencia.




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